Espejo

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No recuerdo la última vez que mis ojos vieron a una forma humana,sino es por mi viejo retrato en el antiguo espejo de la mesa de noche,que desde hace 45 años estaba resplandeciente y que al día de hoy la herrumbre recorre desde su punto mas alto hasta su base como si fuera una estalartita goteando,haciendose mas fuerte;no pudiera ver en mi rostro el tiempo que ha pasado desde que me fui a vivir a la sierra, con el pretexto de buscar la soledad para que me diera el castigo que merecían mis errores,delitos morales en los que no existe penitencia policial.¿Quién soy?Es la pregunta que le he hecho a mi hómologo reflejo;después de esa pregunta siempre surge unos eternos 10 segundos en los que me cuesta pensar ,solo trago en seco,me imagino todo lo que viví y en lo que malgaste mi vida siendo un ser no humano que odiaba la realidad de lo que fue mi vida.
Nací en un pueblo bien chico,al no ser los nativos y aquellos que al no tener sustento económico decidían partir en busca de nuevas oportunidades,eramos los únicos que conociamos el nombre,no era de importancia para el mundo ni tan siquiera para el país,no teníamos ninguna fábrica que nos abasteciera,ni un recurso de interés.Para los pueblerinos solo estaba aquel hermoso lago que en invierno se marchitaba y dejaba que el frío se apoderara de su constitucíon física,quedaba al norte del pueblo,con una preciosa vista desde el puente,en épocas cálidas;la mayor parte del tiempo estaban aquellos barcos pesqueros,repletos de pescadores pretendiendo saber que pescaban y cuando llegaba la noche que arrivaban al puerto traían dos o tres loros algún pargo  que no daban para abastecer a sus respectivas familias;al día siguiente se repetía la misma historia,las anclas se elevaban con ese ruido sordo de las cadenas ensalinisadas todas oxidadas chocando con la madera de los barcos y barquetas,acompañadas de esas risas burlonas de los pescadores que al parecer cada mañana intercambiaban frases nunca terminadas,solo ellos las entendían,preparaban esos cebos artificiales bien coloridos con el fin de ser atractivos para los peces ¿Qué irónico verdad? pasar toda una vida nadando en un océano sin límites para terminar cayendo en una falsa.
Mi madre y yo vivíamos en frente del lago,ella,que en aquel momento era una joven viuda tratando de salir con su hijo adelante,con el dinero de unas miseras empanadas,15 empanadas que hacía por día,a tres pesos la unidad,para ahorrarlo   y gastarlo en comida.Fue una niñez humilde,dura,cancina y trabajada,Me recuerdo a mi madre diciendo en ocaciones "Juaquín,se que vas a ser grande,solo recuerda que en la vida todo es cuestión de humildad".Allí,me gustaba esperar las 9 de la mañana los fin de semana para salir en esos caminos rocosos y muy terrosos que al medio día se nos era difícil caminar  por el polvo oscuro neblinado que se levantaba y dificultaba la visión de todo el que pasaba.Pero que me importaba si solo era un niño con su camioncito de madera con un hilo enrroscado en su dedo pulgar  hecho por Fausto el carpintero del pueblo;yo era feliz,llevando al camión a sus largas y polvorietas travesías.Después de ese recuerdo,todo queda borroso en mi cabeza,es como la sensación de que se hubieran borrados o solamente estaban empeñados en ocultarse y no salir nunca.Un día,los barcos nunca volvieron,el puente se cayó y el lago se secó, lo que antes era una preciosa vista pasó a ser una escalofriante portada de un libro  de terror seguida del polvoriento camino que nunca volví a ver,tiempo después,mi madre murío a mis tan solo quince años de edad,mi niñez para mí, había terminado,pasé de la adolescencia a la adultez,de adolecer de casi todo a generar una creencia de adulto que me generaba inseguridad.Estuve viviendo un tiempo con Fausto,el pobre,su carpintería habia quedado desecha y no tenía más que sentarse en su sillón  a recordar lo que sus manos solían hacer,tocaba aquel sillón,hecho de teca como si fuera la ultima madera que tocara,acompañado de esas botellas de ron que hacía de él,el hombre triste,desequilibrado,que nunca fue.A lo largo de mi estancia,en esa casa fría,donde la sombra de cada objeto inanimado estremecía a la poca luz filtrante del espacio olvidado entre la pared y el ventanal,llenando el lugar de una profunda oscuridad,mis rutinas fueron simples;olvidarme de lo que había sucedido años atrás,ir de la escuela a la casa,sentarme en el tejado en las noches estrelladas,fingir a cada rato hablar con mi madre,haciendole la misma pregunta introductoria "¿por qué te fuistes?,era un diálogo unidireccional,con pregutas retoricas,llenas de respuestas imaginarias que terminaban siendo mi rocosa almohada en la que me dormía con facilidad.

"Memorias de mi reflejo" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora