Kim Jennie era dueña de una empresa de vinos en la gran ciudad como lo era Seúl, esa empresa la había fundado su bisabuelo, pasó a manos de su abuelo, después a su papá y por último a ella. Era la primera mujer al mando y eso la hacía sentir orgullo...
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Jennie'sPOV
—Salió excelente esa reunión, Jennie—me senté detrás de mi escritorio escuchando a Jisoo decir emocionada.
—Lo sé, tenemos que asegurarnos de que sean así todas las demás—ella sonrió asintiendo.
—Estoy de acuerdo contigo, esto hay que celebrarlo levantó los brazos—. Iré por una famosa botella de vino.
—Te esperó con ansias—me sonrió para después salir por la puerta cerrándola al final, mi oficina estaba un poco oscura así que decidí abrir las cortinas para que sol la iluminará, voltee cuando estuve satisfecha y gire de nuevo hacia el frente, solté un pequeño grito al ver una chica alta, de piernas largas, cabello negro y ojos cafés sentada en mi sofá de la esquina, mirándome con una sonrisa al ver mi reacción.
—Disculpa, ¿te asusté?—preguntó con humor mientras se ponía de pie, se acomodó el saco que traía puesto y pude ver una pistola en su cintura.
—¿Quién eres?—pregunté más asustada al ver que tenía un arma con ella.
—Todos siempre hacen la misma pregunta, y me encanta ver la reacción cuando la respondo—se acercaba a pasos lentos a mi escritorio, tomo de el una fotografía donde estaba con mi familia— que linda es tu familia—me miró sonriente— mi nombre es Lalisa Manoban, mejor conocida como Lisa—mi respiración se atoro en mi garganta al escuchar el nombre—. ¿Me conoces?
—Sí—susurre bajo, ella sonrió más y ahora podía comprobar que en verdad amaba ver la reacción de las personas—. ¿Qué es lo que quieres?
—Tienes una deuda conmigo—fruncí el ceño al escucharla, ahora había tomado una foto mía junto con Jisoo, ¿donde se había metido?
—Yo no te debo nada, nunca he hecho un trato contigo—dejó la fotografía para después mirarme con sus manos en los bolsillos.
—Lo sé—ella no quitaba su sonrisa— tú nunca hiciste un trato conmigo, pero tu marido si—abrí mis ojos sorprendida— perdón, tu difunto marido—Kai, él era mi marido, había fallecido hace cuatro meses, en verdad lo amaba y lloré su muerte, pero después me enteré que siempre estuvo engañándome.
—Tu lo has dicho, él no yo—rió bajo mientras negaba, desabrocho su saco y lo abrió un poco para que pudiera ver su arma.
—El contrato venció y como él ya no está, tú te encargarás—caminó hacia el sofá y tomó algo de la mesita que estaba a lado, caminó de nuevo hacia mí y dejó caer un legajo en mi escritorio, lo tomé con miedo y lo abrí. Mis ojos se llenaron de lágrimas al ver la cantidad de dinero que había pedido, medio millón de dólares.
—No tengo este dinero—hablé entre dientes y levanté la mirada para verla.
—Lo sé—dijo de lo más tranquila, caminó hacia a mí y retrocedí pegándome a la pared, se sentó en el escritorio frente a mi y suspiro.
