c i n c o.

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¿Qué podía decir? Mi paraguas me guarecía en todos los sentidos. Me apartaba de la precipitación de miedos, aun cuando me rehusaba a intentar alguna acción que meritaría esperanza. Me encerraba en una burbuja en la que la felicidad era la molécula repetitiva y vital, donde el ruido del diluvio exterior pasaba desapercibido y ahogado. Tampoco es que me olvidaba del pronóstico del clima, más bien lo transformaba de momento. Cuando todo era lluvia de problemas podía invocar a mi paraguas y protegerme por un rato, aunque al mismo tiempo sin retirarme. Lo mejor: era mi descubrimiento.  Era sin duda mi posesión más preciada, mi paraguas, mi umbrella. Al fin y al cabo, merecía una presentación. 

Umbrella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora