one-shot.

3.8K 357 219
                                    

A Nakajima le gustaría que la tierra se lo tragase.

Observaba el semblante frente a él con nerviosismo e inseguridad, sujetando los hombros que lo sostenían con pulso tembloroso. No podía echarse atrás, no tras haber sido su idea el querer dar un paso adelante en la relación que había formalizado en secreto algunos meses atrás con el mafioso que había jurado protagonizar su muerte.

Pensando en el pasado, debía reconocer que las cosas habían cambiado bastante desde entonces.

—¿Jinko? —Akutagawa le observaba con una mirada agria y el ceño bastante fruncido.

Atsushi meneó la cabeza con la intención de espabilarse, a fin de cuentas, el mayor todavía no sabía del porqué de su pequeña reunión en la casa del agente.

—Sí, lo siento, yo... —balbuceaba sin encontrar las palabras correctas para proceder.

Le hubiese gustado echar a su pareja de la habitación para poder formar en su cabeza una frase congruente y con sentido, pero era consciente de que esa no era una opción factible. Había pasado muchas noches en vela tratando de convencerse de ser él quien propusiese dar el primer paso, incluso lo había hablado a duras penas con Kyouka y Tanizaki, los cuales todavía seguían perplejos de que alguien tan dulce y comprensivo como Atsushi pudiese estar con una de las personas más rabiosas de Yokohama. Pese a tener un noviazgo estable, los encuentros en privado como el que estaban compartiendo en esos momentos eran escasos, casi inexistentes, por lo que todavía no habían compartido ningún beso —ya sea en los labios o en cualquier parte del cuerpo—.

Y eso era algo que le molestaba a Atsushi.

El albino siempre había sido alguien cercano a sus seres queridos, le gustaba demostrar su afecto y agradecimiento mediante suaves gestos, como podrían ser un abrazo o un apretón de manos. No tenía problemas en eso, ya que, al parecer, en ese ámbito, los constantes abusos físicos que recibió en el orfanato, no habían dejado rastro.

Pero Akutagawa era todo lo contrario.

Nakajima seguía sin entender cómo había logrado conquistar al azabache, poseyendo ambos una personalidad completamente contraria a la del otro. Supone que el tiempo que pasaron juntos, todas esas vivencias y las batallas que ganaron codo con codo, habían dado sus frutos, pero, a pesar de ser inmensamente feliz de poder contar con la compañía del mafioso, Atsushi sentía que necesitaba llevar lo suyo a algo más. Él realmente quería mimar a Ryunosuke.

Al haberse perdido de nuevo en sus cavilaciones, el agente no se percató de que Akutagawa había pasado también sus brazos por sus hombros, y se entretenía acariciando con desinterés la sensible piel de su nuca. Era un hábito que había adquirido con el tiempo, descubrió por accidente que ese gesto lograba relajar al albino cuando sus inseguridades se abrían paso y le prohibían pensar con claridad. Nunca le había dado demasiadas vueltas, si fuese completamente consciente de que estaba repartiendo esas caricias, seguramente pararía y destrozaría el cuerpo del albino usando a Rashomon.

El caso era que, al igual que siempre, la magia de sus dedos funcionó, y Atsushi volvía a estar en sus cinco sentidos, boyante ante el sentimiento de placer que le causaba estar en aquella situación, tan íntima y privada, alejada del ajetreado ruido que causaban sus respectivos trabajos.

—Quiero dar el paso —dijo por fin, manteniendo su mirada ambarina en la superficie del colchón—, quiero experimentar nuevas sensaciones contigo. —Un notorio rubor cubrió sus mejillas—. Y...ya sé que es vergonzoso, pero...

Akutagawa le dejaba hablar en silencio, atento a sus expresiones. Ahora que había pegado sus manos al cuerpo contrario, ya no podía parar, y seguía acariciándolo con gesto distraído mientras procesaba lo que le pedía.

FIRST STEP  Shin SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora