𝓭𝓮 𝓯𝓸𝓻𝓽𝓾𝓷𝓮

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Lo urbano no iba con él. El interminable ajetreo diario de los vehículos y personas que iban apresuradamente de un lado a otro, las caras largas y preocupadas. E incluso las inevitables aglomeraciones para simplemente cruzar una calle.

Sus padres también estaban de acuerdo.

Por lo que, a una corta edad, se mudaron muy lejos de todo aquel smog y ruidos fuertes para vivir con lo que la naturaleza les daba. Adoraba jugar con los animales, los cerdos eran sus favoritos, corría de un lado a otro jugando con ellos; o acariciaba con total delicadeza las largas orejas peludas de sus conejos. Aunque a veces las labores eran muy pesadas, no tenía ningún problema en completarlas.

Después de un par de años, una familia se mudó a su lado, en una hermosa casa de verano completamente de madera, cerca al río, rodeada de muchísimas flores coloridas con distintos olores. El señor y la señora Park se volvieron, en poco tiempo, muy cercanos a sus padres. Ellos eran unos completos expertos en el cuidado del cultivo mientras, bueno, sus padres a veces lo echaban a perder; ¡Pero en el cuidado del ganado eran los mejores! De eso no había duda.

Una mañana fresca de primavera, su madre le pidió que le llevará aquella botella de cristal con leche a la señora Park, para su desayuno, y a cambio, la amable señora le daría un par de vegetales para el almuerzo.

Caminó hasta allí, vistiendo sus holgados pantalones marrón y sus tenis desatados, a pasos un poco torpes por el césped con cuidado de no aplastar a las pequeñas florecitas que apenas empezaban a crecer, sin percatarse que un par de gallinas de su corral lo acompañaban un par de pasitos atrás.

Subió las pequeñas escaleras con cuidado de no dejar caer la botella y tocó la puerta de manera un poco torpe. En cuanto esta fue abierta, temió por todos sus esfuerzos de mantener la pesada botella en sus manos haya sido en vano y se le resbalará.

Un pequeño niño de mejillas abultadas y gorra naranja lo observaba con ojos curiosos. Su pequeño puño se aferraba con timidez al borde de la puerta de madera mientras sus lindas facciones dibujaban un puchero en su adorable rostro.

Estaba seguro que la botella iría al piso por el sudor en sus manos al verlo.

"¿Hola? ¿Te puedo ayudar en algo?" interrogó con cuidado, deduciendo que el desconocido frente suyo no iba a hablar primero.

Namjoon asintió bruscamente con la cabeza, un poco nervioso por la suave voz del niño. "Mi mami le manda esto a la señora Park". Sin más, estiró sus bracitos entregando la botella tímidamente, el contrario la recibió gustoso, con un poco de problemas al cargarla, era muy grande y pesada. Sin embargo, antes de ofrecer su ayuda, el contrario inclinó la cabeza en modo de agradecimiento y corrió hacia la cocina gritando hacia su madre, dejándole con la palabra en la boca.

tea and honey | namminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora