𝐨𝐦𝐞𝐠𝐚𝐯𝐞𝐫𝐬𝐞 𝐚𝐮 ❜
Mientras Elsa ha vivido 𝐞𝐧𝐜𝐞𝐫𝐫𝐚𝐝𝐚, forzada a 𝐫𝐞𝐩𝐫𝐢𝐦𝐢𝐫 sus poderes, Anna se prepara para ser digna de la corona.
Les han hecho 𝐚𝐢𝐬𝐥𝐚𝐫𝐬𝐞, han crecido separadas y sin saber mucho de la otra. Pero es...
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Anna miró con una expresión confundida a su padre, Agnarr le decía la razón por la cual no podía compartir su habitación más con Elsa.
A pesar de que trataba de seguirlo, Anna no podía sacarse de la cabeza el recuerdo de su hermana siendo escoltada fuera de su habitación. Anna frunció los labios, sacudiendo la cabeza.
—Pero siempre ha sido así, no pueden simplemente—
—Escúchame, Anna —él habló con un tono más firme, haciendo que Anna se volteara a verlo, aún con su ceño fruncido—, no puedes compartir tu habitación con Elsa porque... ustedes son diferentes, ¿bien?
—¿De qué estas hablando? —se apartó del toque de su padre, no le gustaba cuando él le daba palmadas en la cabeza para calmarla. Anna miró a su padre por un rato, ninguno habló más, tan solo esperando a que las palabras se procesaran en la cabeza de la princesa—. Oh, es porque...
Se calló, observando que la expresión de su padre había cambiado. Él asintió finalmente.
Anna se miró a sí misma entonces. Todo era porque parecía estar creciendo. Era porque Anna no era como Elsa que le estaban separando. Los hombros de Anna se hundieron, asintiendo.
Ya lo entendía. Pero todavía no le gustaba.
—Pero—
—Anna, basta —él pidió, Anna entonces apretó los labios para no seguir—. Apuesto a que necesitas tu espacio, estás creciendo—
—Pero Elsa no quería irse... lo vi en su mirada... —insistió sin poder evitarlo.
—Elsa quiere estar sola, ella lo ha dicho.
—A mí no me ha dicho nada —protestó Anna todavía, sus brazos se cruzaron encima de su pecho mientras ponía la expresión más dura que reunió—. Apuesto a que no es así...
—Cada una necesita su espacio, Anna, no eres más una niña. Debes de crecer.
—Pero entonces Elsa es —señaló Anna con la misma firmeza con la que le hablaba su padre—. Y mi deber como su hermana es cuidarla, eso es lo que—
—Tienes otros deberes también.
Y la conversación había terminado con un sirviente interrumpiendo, Anna vio a su padre salir, todavía le dio un gesto molesto cuando lo despedía. Se quedó en su habitación, su nueva solitaria habitación. Miró hacia el frente, donde debía estar la cama de Elsa, suspiró con melancolía.
El lugar se veía tan triste sin Elsa. Anna se deshizo del libro que Agnarr antes le había ordenado leer, se puso de pie para buscar por sí misma las respuestas. No podía ser que Elsa quisiera irse, si ambas hablaban con sus padres los convencerían.
