Carolina mira la ventana acurrucada en su cama, afuera, la lluvia no ha parado de caer desde ayer y el meteorólogo no trae buenas noticias; va llover toda la semana, siente que un peso familiar la arrastra y entierra más profundo bajo las colchas de su cama.
Como le gustaría quedarse así para siempre, pero no puede.
No debe.
Cansada apaga la tv, corre las colchas en las que estuvo enterrada toda la noche llorando y cuando sus pies tocan el piso, se arrepiente de haber decidido salir. Pero ya no le queda más remedio, tiene que levantarse, aparte ¿a quién le va a mentir? La mañana trae lo único bueno de su día.
Con las pantuflas puestas, sigue su rutina: primero el baño, después el café y por último, sentarse con la espalda apoyada en la puerta de su departamento, cerrar los ojos y escuchar.
Y justo a tiempo, los primeros acordes de guitarra empiezan a escucharse y la canción Here comes the sun parece bailar del departamento vecino, girar a su alrededor y terminar con un abrazo que hace que Carolina se sienta un poco menos sola.
Un poco menos abandonada.
En fin, un poco menos dejada de lado.
Tomando un sorbito de su café, espera que las primeras estrofas de la canción le traigan la calidez esperada, pero no puede evitar sobresaltarse cuando alguien grita a todo pulmón—¡here comes the sun! Turu ruru...
La sorpresa hace que se tire todo el café encima, y mientras intenta secarse, la voz femenina sigue con su canto que parece haber salido del infierno.
A este punto Carolina encuentra que la única calidez que va a sentir hoy es el café que se tiró encima y decide levantarse de su punto de escucha privilegiado para ir a cambiarse, quizá incluso bañarse.
Hoy no va a ser un buen día para ella.
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Here comes the sun
Short Story¿No sabes cómo llamar la atención de la persona que te gusta? Bueno, la inspiración puede venir de distintos lugares y ¿para Abril? los documentales solo es uno de ellos.