:: Sí ::

477 73 8
                                    

(Boda Occidental)


El Four Seasons Hotel tenía una de las vistas más gloriosas de la Bahía Victoria, especialmente durante las noches cuando Hong Kong resplandecía volviéndose un mar de luces bajo ellos, cómo si tratara de compensar que hubieran perdido la visión de las verdaderas en el cielo; si a la maravillosa vista le agregabas la decoración exquisita con centros de mesa de peonías en sus más delicados colores y los detalles de flor de loto, excelente comida y la placentera recopilación de música romántica de fondo con el volumen perfecto que te permitía mantener una conversación sin gritar pero apagando las voces de la mesa siguiente, la recepción era un éxito.

Lo mejor que el dinero de los Jin podía conjurar para esta noche tan especial.

Tan mágica.

Los jóvenes novios lo merecían, toda la fantasía con música, flores y buenos deseos que ese día podía fluir hacia ellos, pero, aunque realmente estaba feliz por su medio hermano, Jin Zixuan, quien se había convertido en un buen hombre a pesar del horrible padre que compartían, se encontró comparando todo, marcándolo a menudo como excesivo o frívolo, fantaseando sobre cómo sería la suya propia sin desearlo.

Sobre centros de mesa y terrazas a la luz de la luna, una reunión más íntima sin el brillo cegador de terrarios colgantes como esos; más risas y menos solemnidad.

Invierno. Tendría que ser definitivamente en invierno y sin el viejo zorro de Jin Guangshan; tal vez una invitación de pase personal a Madam Jin en consideración a su hermano.

...y todos estos pensamientos eran ridículos.

Nie Huaisang, el "jamás rompo un plato", hermano menor de su pareja, tenía la culpa de esto.

Seis meses atrás, cuando Zixuan anunció su compromiso con la adorable Jiang Yanli, el pequeño demonio que era Huaisang había volteado en dirección a él para preguntarle cuándo pensaba pedirle matrimonio a Mingjue.

Desde entonces, la idea lo siguió.

Había pasado por numerosos escenarios en su cabeza y culminado con la compra de un par de anillos de tántalo matizados en negro en una caja de terciopelo gris en el fondo de su cajón.

Era ridículo, en serio.

—¿Hey?. —La voz en su oído lo trajo de vuelta a la realidad al tiempo que el brazo en su cintura lo estrechaba un poco más y los dedos entrelazados a los suyos daban un ligero apretón. Seguían bailando lejos del centro de la pista, ahora al ritmo lento de "Wo zhi zaihu ni" con la melodiosa voz de Teresa Teng, quien al parecer nunca dejaría el título de reina de las baladas románticas. —Podemos irnos a casa si estás cansado. —Mingjue murmuró.

Alzando el rostro, se encontró con el ceño ligeramente fruncido de su pareja. El gel había comenzado a perder algo de efecto permitiendo que algunos mechones de cabello cayeran enmarcando el atractivo rostro. No lo decía a menudo, pero cuando Nie Mingjue quería podía atraer todas las miradas hacia él. Un muy atractivo rostro, peculiares ojos avellanas, voz profunda y, si a ese magnetismo natural que tenía le agregaba un traje de tres piezas gris hecho a la medida para resaltar la alta figura, bueno, esta noche lucía especialmente apuesto.

No contuvo el impulso de alzar su mano libre para alcanzar la mejilla de Mingjue, quien de inmediato aceptó la caricia. La tensión se derritió dando paso a una sonrisa que se encontró respondiendo con la propia.

¿Si fuera un gato quizás lo hubiera escuchado ronronear?.

Era una tontería pensar que necesitaba de un anillo, una ceremonia o un papel para probar su amor a Nie Mingjue.

Se amaban desde hacía cinco años, de los cuales llevaban viviendo juntos tres.

Habían pasado pruebas y verdades que hubieran terminado otras relaciones. Mingjue sabía lo vicioso y cruel que podía llegar a ser en sus momentos más oscuros, cuando apartaba los escudos de azúcar y diplomacia que había aprendido a utilizar mientras crecía a la sombra de Jin Guangshan; se había quedado a su lado cuando casi pierde el brazo por culpa de los horribles hábitos de juego del viejo que lo llevó a meterse en problemas con los Wen. Resistió durante los largos meses de rehabilitación en que lo único que quería era destrozarlo todo.

De amigos a amantes y ahora...

—Supongo que te he expuesto demasiado a Jin Guangshan por una noche.

—Mmh, demasiado aroma a peonía en el aire por una vida, vamos a despedirnos de la novia y luego algo dulce.

—¿Pero no del novio?. —Preguntó alzando una ceja.

Mingjue arrugó la nariz ligeramente y estaba seguro de que las mejillas se inflaron un poco.

—Tu hermano aun cree que te seduje lejos de la familia feliz con mis largas pestañas y cuerpo de bombero, sus palabras no las mías.

Al parecer esta noche tenía poco autocontrol porque no logró controlar la risa que, burbujeando en su pecho, escapó entre sus labios.

—Eres increíble. —Dijo tras recuperar el aliento. —Una canción más y comenzamos a despedirnos de todos.

Un gruñido fue la única respuesta que obtuvo. Apoyando la cabeza en el hombro de Mingjue, cerró los ojos para concentrarse en la cadencia de su baile, en la nueva canción de fondo y en el aroma cítrico del perfume. Oh, reconocía esta fragancia. La primera vez que se conocieron en un baile de la fundación Lan; en aquel entonces su padre aún lo tenía fuertemente sujetado del collar, aún se esforzaba en ser el hijo perfecto.

—Sabes, quisiera algo más simple, sin tantos invitados, no es que como si tuviéramos tantos amigos en verdad, estamos de acuerdo que tiene que ser en invierno, ¿cierto?.

Abrió los ojos de pronto. —¿Qué?.

—Otoño, entonces; hasta puede ser en primavera, pero debo decir un rotundo no a verano o a tu padre en la lista de invitados.

—¿Mingjue? ¿Qué...?. —Se apartó un poco.

—Cuando estés listo, claro. —Mingjue sonreía con la seguridad de siempre, pero se conocían mejor que eso: no sólo tenía las orejas rojas, también le sujetaba la mano con un poco más de fuerza.

—Sí.

Conforme los años pasaron, cuando recordaban esa noche o alguien les preguntaba cómo fue, Mingjue negaba haber llorado mientras reía y lo alzaba en brazos.  

Sugar Rush NieYaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora