Epílogo

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Las personas suelen definir la muerte como el fin de la vida. Alguien muy especial habría de enseñarme que la vida continuaba, en cualquier recóndito lugar a donde se dirigieran las almas.

La muerte no siempre implica tristeza, si esa persona estaba sufriendo incluso en vida. La muerte implica paz, un descanso eterno. Donde nada puede dañarnos, donde sí que somos invencibles.

Lou fue como un ángel caído del cielo, apareció cuando más lo necesitaba en mi vida y se convirtió en alguien muy especial incluso en el poco tiempo que duramos juntos.

Cuando tu pilar emocional se derrumba, ¿a dónde acudes?

Esa pregunta rondó tantas noches en mi mente, sin obtener una respuesta. Louis William Tomlinson me salvó la vida, y yo no pude hacer lo mismo con él.

Él estaba totalmente roto, incluso cuando se esforzara tanto en ocultarlo. Pensar que ahora es feliz en un ambiente muy lindo, tal vez viéndome escribir esto, me conforta.

Él se encarga de visitarme en mis sueños a menudo, haciéndome entender que está bien, siempre repitiendo lo mismo: que me ama.

El tiempo es relativo. Depende de quién lo juzgue podría decir si en nuestra historia las cosas fuero apresuradas, aunque no lo calificaría así. No me arrepiento de cada cosa que hice y viví, ni en qué momento pasó.

Agradezco tanto que haya aparecido en mi vida, sin él habría muerto hace meses en aquella avenida, aplastado por un carro.

Después de recibir terapia logré ver la vida de otra manera, tal vez de la manera en la que Louis la veía. Ahora tenía a dos personas allá arriba, esperándome. Pero no me dejarían partir pronto. Ellas querrían que viviera

Louis William Tomlinson, escucha esto: te encontraré. En la vida siguiente y en todas las demás. Nuestra historia no acaba aquí.

-Harry Edward Styles, el chico suicida.

SAUDADE //Larry Stylinson//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora