Donde todo comenzó

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Hacía seis meses que Nico se había mudado a NY, le habían ofrecido un trabajo que había querido desde que había salido de la universidad en su natal Italia, así que sin pensarlo mucho aceptó la oferta y con sus maletas llegó a América. Su trabajo le permitía darse el lujo de comer fuera, así que era cliente habitual de diferentes restaurantes, todo con el fin de no sentirse solo a la hora de la comida. De sus lugares favoritos eran los que preparaban pasta como su madrastra, cuando comía en estos lugares se podía sentir en casa, e incluso podía imaginarse que en cualquier momento llegarían sus hermanas Bianca y Hazel, las extrañaba muchísimo, incluso también echaba de menos a su padre, con quien tenía una relación peculiar debido a que ambos eran demasiado necios y sarcásticos; ojalá hubiera podido ir con ellos para las fiestas, pero el trabajo se lo había impedido.

Después de pasar todo el día en la oficina, Nico se dirigía a la Bella Italia, su restaurante en donde cenaba los miércoles, cuando llegó se dio cuenta de que estaba cerrado debido a que era víspera de año nuevo.

-Genial, ¿ahora qué hago?- hacía mucho frío y ya tenía hambre, así que comenzó a caminar hacia la zona de restaurantes que estaba a tres calles. Cuando se dio cuenta que comenzó a nevar, maldijo por lo bajo, no llevaba guantes y su bufanda no era lo suficientemente abrigadora.

El frío se hacía cada vez más intenso, así que entró al primer restaurante que encontró abierto, era una cafetería sencilla y por suerte casi vacía, todos parecían preferir el restaurante chino de enfrente. Para Nico estaba bien, no le gustaban los lugares con muchas personas, así que se sentó en la barra que daba a la gran ventana que daba hacia la calle.

Después de un instante la mesera llegó con el menú y Nico pidió pasta con pollo y un refresco, pronto entró en calor y se sintió mejor, odiaba tener frío y sentirse enfermo, por desgracia su departamento quedaba lejos y tendría que regresar al frío, lo que probablemente lo haría enfermarse. En eso estaba pensando cuando alguien más llegó y se sentó cerca de donde estaba él, Nico vio de reojo que era un chico rubio pero después regresó a sus pensamientos sobre cómo evitar el frío y no morir en el intento.El clima parecía querer jugarle una broma pesada a Nico porque comenzó a nevar con más fuerza, esto hacía que sus planes de correr como loco a su departamento se fueran por el drenaje.

-Tampoco creo que deje de nevar así pronto- Nico volteó y se dio cuenta que el chico rubio le estaba hablando.

-Al parecer la vida no quiere que llegue al próximo año- dijo Nico en su tono sarcástico que hubiera hecho que su padre rodara los ojos exasperado, pero para su sorpresa el otro chico comenzó a reírse.

-Si eso llega a pasar, ¿puedo quedarme con tu chaqueta?- ahora fue el turno de que Nico riera, hacía meses que no lo hacía y se sentía extrañamente agradable.

-Lo pensaré, pero ¿cómo puedo poner eso en mi testamento si no sé tu nombre?- apenas terminó de decir eso Nico se dio una cachetada mental, tenía que controlarse, pero no podía evitarlo, el chico era demasiado atractivo como para ser verdad, además estaba seguro de que no lo volvería a ver, así que no haría mucho daño, ¿o si?

-Soy Will- el chico le extendió la mano y Nico la estrechó, al acercarse se dio cuenta de que los ojos de Will eran azules, demasiado para el corazón de Nico que comenzó a latir como loco- y ¿tú eres?

-Nico, un placer- los ojos de Will destellaron brevemente y el corazón de Nico se detuvo por un momento, esto no estaba bien, pensó.

-¿Y qué te trae por acá?

-Pues la comida, como a todos- Will sonrió y eso lo hizo verse aún más atractivo- además del deseo de morir congelado con este clima.

-Tienes un acento- Nico lo miró sorprendido- es muy sutil, pero podría jurar que eres de Italia

Feliz año nuevo WillDonde viven las historias. Descúbrelo ahora