Capítulo 1

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—¡Despierta, que hoy es el gran día! —anunció una muchacha de pelo castaño y ojos del mismo color alegremente en el oído de su marido, quien parecía no querer levantar la cabeza de la almohada.

El joven de cabello azabache y ojos castaños la miró confundido, hasta que cayó en lo que se refería, levantándose rápidamente y adentrándose al cuarto de baño para arreglarse cuanto antes.

—¿Estás segura de esto? —preguntó con los nervios a flor de piel mirando a la contraria, quien tragó saliva con dureza y le dedicó una sonrisa para tranquilizarlo, intentando ocultar su propio nerviosismo.

—Segurísima —afirmó intentando convencerse a sí misma.

—Bien —finalizó la conversación, dedicándole una sonrisa.

Después de un rato por fin estaban preparados para salir, echando un último vistazo a su hogar antes de encender el coche y dirigirse hacia aquel recinto, donde les introdujo una señora alta y delgada de unos 60 años después de tocar el timbre.

—Señor y señora Davis, es un placer tenerlos aquí —les saludó cordialmente, haciéndose a un lado para que la pareja pasara.

—El placer es todo nuestro señora Smith —le respondió el muchacho, entrando de la mano junto a su esposa, pues notó el nerviosismo de esta y quiso tranquilizarla con ese pequeño gesto.

—Oh, pueden llamarme Candy si es que lo desean —afirmó caminando delante de ellos, guiándolos hacia una sala amplia, donde niños de entre 3 y 7 años esperaban de pie y con una sonrisa a los invitados —. Como verán estos son los niños que me indicaron, mayores que los bebés pero de edades tempranas para criarlos desde pequeños.

La pareja se miró entre sí con una sonrisa, empezando con las presentaciones; los niños más pequeños eran presentados por la mujer mayor, mientras que los más mayores se presentaban a sí mismos, llegando hasta un niño de ojos azules y cabello castaño claro.

—Encantado de conocerlos, mi nombre es Luke y tengo 5 años —saludó con una reverencia, dejando asombrada a la pareja.

—Es muy educado —admitió la chica de cabello castaño.

—En efecto, y no solo eso, también ha demostrado gran inteligencia —añadió la señora cerrando sus ojos verde oliva mientras que levantaba su arrugado dedo —. Luke, ¿podrías decir en voz alta las tablas de multiplicar? —pidió mirándolo severamente, haciendo que un pequeño escalofrío pasara por el pequeño pecoso.

—Sí, 1x1 es 1, 1x2 es 2... —empezó a decir en voz alta todas las tablas, dejando asombrados a los dos enamorados.

—Y no solo eso, ha demostrado un gran progreso en literatura, al parecer le apasiona leer libros —alagó mirándolos con una sonrisa un tanto forzada.

—Ya veo, ¿y eso? —preguntó esta vez el muchacho, acercándose hasta arrodillarse enfrente del de cabello castaño claro, quien con una sonrisa se quitó su pequeña mochila y sacó de esta un papel un tanto viejo pero bien cuidado.

—Es por esta carta. Mi mamá me la dio antes de irse, y quedía* saber lo que ponía —dijo entregándosela con cuidado, provocando la mirada furiosa de la mujer, quien enseguida le quitó la carta al adulto para que este no la leyera, lo cual produjo que este frunciese el ceño, sin embargo todo esto fue interrumpido de nuevo por el pequeño —. Pero aún hay algo que no sé lo que es y nadie me ha quedido* decir, ¿qué significa que me voy a morir? —preguntó con inocencia girando su cabeza, viendo sin entender las caras de sorpresa de los jóvenes y la cara de furia de la señora.

El pequeño Luke no entendía lo que pasaba, después de haber dicho eso los muchachos se fueron rápidamente del lugar diciendo que se negaban a ser "engañados" por la dueña del recinto. Tras esto los regaños no faltaron, junto a las risas burlonas de sus compañeros. No llegando a comprender porque nunca lo adoptaban, pues continuamente veía como otros niños eran escogidos mientras que él se quedaba siempre solo.

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