camisas

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Eran muchas, demasiadas, un número exageradamente exagerado.

Uzui Tengen tenía una obsesión por las camisas, y Zenitsu había perdido ya la cuenta desde la número cuarenta.

Si, ya le había comentado sobre su problema.

No, no se iba a deshacer de ninguna de ellas.

¿Porqué?

Porque la azul fue la que llevó a su primera cita, y la blanca con franjas negras es la que usó en el festival de verano al que fueron juntos.

Porque la negra fue un regalo suyo, y la celeste la que usaba el día de su primer beso. La marrón con manchas violeta fue la que Zenitsu arruinó con jugo de naranjas el día en el que se conocieron, y la gris es la que él le dijo que se le veía bien. La cían fue la que usó en su primera vez juntos, y la otra negra simplemente era muy cara.

Incontables camisas llevaban el pequeño armario de su habitación y, ciertamente, la situación no cambiaria en mucho, mucho tiempo.

Y aunque probablemente le falten años, décadas para convencerlo de tirarlas, lo volvería a repetir una y mil veces más: Uzui Tengen tenía una obsesión por las camisas.
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No sé, ayer soñé con un señor que vivía en una casa hecha de camisas.

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