Si me detiene el tráfico,
me convierto en peatón
el movimiento se vuelve tácito,
caos necesario de toda relación.
Si regresa a mi una sensación,
bloqueando mi enmarañada mente
amnesia inducida, olvido asistido
soportando el no volver a verte.
Si mis manos se vuelven a helar,
presa de los afanados nervios,
si dejan de fluir en mi las ideas
y simplemente soy víctima de tus movimientos.
El desastre me atrapa
entre curvas cerradas, prisión infinita
labios que hechizan y encarcelan
en una utopía, realidad errada.
Los grises adquieren tonalidades
el ritmo de mi pulso cambia de compás,
ilusionado por las marcas que me dejaste
saturado de felicidad, contraste en el brillo de mi mirar.
Arrepentirse pasa de ser hábito
a una adicción incurable.
El flagelo de la ausencia de tu voz
a una agonía inconmensurable.
La eternidad de los efímeros,
momentos apasionantes
carentes de razón, inherentes desperfectos
vértigo de los ciclos cambiantes.
