Jiro, 10 años

13 3 0
                                    

Los policías revisaron incontables veces los papeles que el padre de Jiro les facilitó.
Notas, informes médicos e incluso recibos de luz y agua que no denotaban nada sospechoso.

-Joder, a este paso no encontraremos nada -se quejó uno de los oficiales más jóvenes mientras revisaba por tercera vez el informe de una consulta médica de Jiro. Seguidamente añadió-: empiezo a creer que no hay nada raro en ese hombre y que simplemente el chaval se suicidó porque estaba cansado de esa vida tan aburrida.

-No nos podemos rendir aún -le interrumpió un oficial algo más mayor-. Ese hombre oculta algo, lo sé -zanjó la discusión. Segundos después añadió-: y es por eso que vamos a ir al ático del chico a por pistas. Las fotos dejan mucho que desear.



Entró en casa lentamente, cerrando la puerta antes de romper a llorar en cuanto no hubo nadie que pudiese verle.
Ese día fue al colegio con los ánimos muy bajos ya que era el día de la familia y los niños podían llevar a clase a sus papás. Todos los de su clase llevaron a alguien, menos él.
El día anterior le había preguntado a su papá si podía ir al cole, que quería llevar a alguien porque su mamá siempre iba cuando estaba en casa. Papá le dijo que ni hablar, que tenía mucho trabajo y que no podía permitirse faltar para, como dijo él, estar rodeado de niños asquerosos.
Jiro le insistió suplicándole que por favor fuese, que este era el segundo año que mamá no iría y que no quería estar solo. Papá solo le agarró del brazo y le arrastró hasta su cuarto, dejándole allí hasta el día siguiente.

-Papá malo...

Estaba muy enfadado con él porque no sabía porqué le trataba así: ¿acaso hacía algo malo?
Cuando hubo dejado de llorar se secó las lágrimas y fue a la cocina a prepararse su comida a lo que tiempo después terminó y se sentó con su mochila en los pies en la mesa. Cogió su carpeta y sacó el dibujo que habían estado haciendo hoy en clase. Sacó también sus rotuladores y lápices de colores y se dispuso a seguir coloreando.
Al rato terminó de comer y fue a lavar lo que había usado.
Tras esto, cogió sus cosas y subió a su cuarto, dispuesto a terminar el dibujo, y después de un par de horas lo miró muy contento y satisfecho.
Bajó de la silla y colocó el dibujo encima de su cama, pegándolo con celo mientras sonreía feliz de tener un retrato de su familia.
Al poco escuchó la puerta abrir y cerrar de un golpe. Se mantuvo en la misma postura hasta que escuchó a su papá hablar en lo que parecía ser su teléfono.
Pensó en ir a decirle lo enfadado que estaba pero su cuerpo no se movió hasta le escuchó ir hacia el salón. Se sentó en la cama mientras jugaba con sus dedos temblorosos.
Cuando dejó de oírlo bajó al salón, donde se quedó estático en la puerta de este: su papá estaba con otra persona que no era su mamá.
Papá besaba a la chica sentada a su lado hasta escuchar pequeñas pisadas y separarse unos segundos para mirar hacia la puerta.

-¿Qué quieres? -señaló a su acompañante que comenzó a darle pequeños besos en el cuello-. Estoy ocupado.

Jiro tenía los ojos llorosos y la mirada fija en esa chica. No entendía a su padre.

-Hablar contigo... -le costaba articular las palabras por el dolor que sentía en el pecho-.

Vio a la joven acercarse al pecho de su papá mientras le desabrochaba la camisa y segundos después escuchó un pequeño ruido proveniente del mismo, parecía que le dolía lo que la muchacha le estaba haciendo.
Se acercó corriendo a ambos e intentó apartar a la mujer porque, aunque estuviese enfadado con papá, no quería que le hiciesen daño.

-Fuera... -con los ojos cerrados y las mejillas húmedas a causa de sus lágrimas-.

-Oye, ¿qué crees que haces? -exclamó en un tono irritante la chica-. Dile a este crío que se aparte, Owen.

Los ojos de papá asesinaron con la mirada a Jiro, quien se asustó y se alejó rápidamente.

-Lo siento, perdón... -tapaba con sus manos su cabeza para intentar evitar el golpe que su padre finalmente le dio-.

-A tu puto cuarto ya -elevó el tono de voz-.

Pero Jiro estaba tan absorto pidiendo disculpas que no se movió. Su padre se levantó furioso y le agarró del pelo para arrastrarlo hacia su cuarto.

-Para... Me duele... -sollozaba agarrando la mano de su padre-.

Antes de salir por la puerta miró a la mujer suplicante, intentando hacerla sentir compasión. Pero fue en vano pues la chica siquiera le miraba.
Finalmente llegaron a su cuarto donde papá le arrojó al suelo y le miraba desde el umbral de la puerta con los ojos muy abiertos.

-Eres igual que ella -chasqueó la lengua antes de añadir-: haces lo que te da la gana y no te importa si a otras personas les molesta. -Cerró de un portazo-. Ni se te ocurra salir de aquí hasta que haya terminado con esa chica, ¿me oyes? -Añadió a gritos antes de bajar de nuevo-.

Jiro solo se encogió y sollozó toda la tarde, escuchando ruidos muy raros en la planta de abajo.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 25, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

嘘 [mentiras]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora