Tiempos difíciles

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- ¡Hey! no me mires así - me quejo.

Mi perro Olaf, un precioso ser sin raza, pero con un pelaje mayormente blanco, con manchas negras y otra anaranjada en la parte de su cabeza, orejas y hocico; me veía desde su cama con la mirada triste.

- No fue mi culpa - protesto. - ¡Oh vamos! No me mires así.

Me siguió viendo de la misma forma, seguramente si estuviéramos en la calle las personas me tomarían como una loca por hablar con mi perro como si pudiera entenderlo. Lo cierto es que lo hago ¿quién no comprende a su perro?

- Vamos, ven aquí - palmee mi cama para que viniera conmigo. Y así lo hizo, se recostó a mi lado dejando su cabeza sobre mi pierna para que lo acaricie.

- Yo también lo extraño y mucho - seguí acariciando su cabeza y luego nos acomodamos en mi cama para estar los dos acostados y continué acariciando su pelaje. De alguna forma pasar tiempo con Olaf era reconfortante. En algún momento sin darme cuenta me dormí y creo que Olaf igual.

Desperté por el sonido del timbre al igual que Olaf que sin perder tiempo salió corriendo de la habitación hacia la puerta, lo seguí llegando tiempo después que él y comenzó a ladrar feliz.

- Ya voy - anuncié tanto para que dejaran de tocar el timbre como para que Olaf dejara de revolotear a mi alrededor.

Abrí la puerta encontrándome con mi amiga pelirroja de risos. Por otra parte, Olaf pareció decepcionado al pensar que sería otra persona, pero aun así se acercó a Merida para saludarla y olfatear la.

- Pasa - me hice aún lado, la dejé entrar y cerré la puerta detrás de mí.

- Elsi, mira esto ¿por qué está así? - me preguntó al ver mi sala sucia, en la mesa de centro había varios platos, dos vasos y un pote de helado vacío.

- Ayer no tuve ganas de hacer nada, no tenía ánimos - admito. Olaf se acomodó en la alfombra, deprimido de nuevo y Merida comenzó a recoger los platos y vasos para llevarlos a la cocina, tome el pote de helado y lo llevé igual a la cocina. Con ayuda de ella lave los trastes; mientras yo los lavaba ella los secaba y acomodaba en su lugar.

- No puedes seguir así.

- Solo es mi fin de semana, luego, entre semana toda mi casa esta limpia, voy al trabajo y no tengo tiempo de deprimirme - me excuso - solo han pasado dos semanas.

- Exacto ¡dos semanas! Deberías buscarlo y dejar tu orgullo de lado, sabes que él está sufriendo pero es tan testarudo como tú como para darse cuenta que no puede estar sin ti y menos ahora.

- Oh ¿enserio? - pregunto con sarcasmo - pues él fue quien me alejó y- yo nunca lo hubiera dejado y lo sabes - me defendí.

- Lo sé y también me trato de poner en su lugar, esta demasiado agobiado. Solo no quiere hacerte sufrir si algo sale mal. - Lo había pensado, me imaginé en su lugar y tal vez hubiera hecho algo parecido sin embargo eso no evita el dolor que siento.

- ¿Si algo sale mal? No acepta que le dé el pedazo de higado que le quiero donar. Él sabía que somos compatibles y me rechaza. Estamos a tiempo de salvarlo y lo amo tanto que no imagino una vida sin que él exista- exclame histérica. No quería explotar tan rápido, de verdad, pero no lo había hablado con nadie y tarde o temprano tenía que expulsar mi frustración - Además me terminó porque cree que algo va a salir mal y no quiere que lo vea morir.

- A veces suele ser un idiota que con sus buenas intenciones solo causa más dolor - suspiró negando - por eso deberías de buscarlo.

- ¿Y me rechaza? - pregunté indecisa de si haría lo correcto.

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⏰ Última actualización: Jul 18, 2020 ⏰

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