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Lee Donghyuck, más conocido como Haechan, apodo que el mismo Mark le había dado, se encontraba sentado en el sofá, en realidad atrapado, con un bonito chico rubio sobre su regazo.

En cuanto el muchacho cruzó por la puerta, Mark se había lanzado sobre él, logrando que cayera sentado en el sillón color café y posteriormente acomodándose a horcajadas sobre sus piernas.

Tal vez hubiera pensando en moverse si Haechan no hubiera comenzado a acariciar sus afelpabas orejitas. Ahora estaba demasiado cómodo como para hacerlo, sintiendo el calor de su pareja cerca y el bonito olor a miel y mandarina que el moreno desprendía, no podía parar de ronronear.

ㅡMark, bebé, necesito levantarme.– avisó suavemente, acariciando su espalda.

Mark le gruñó sin fuerza en respuesta, el menor suspiró, estarían así un buen rato más.

Pero no se quejó, en cambio, comenzó a plantar besitos en los tiernos lunares que el mayor poseía sobre su mejilla y cuello, acariciando sus orejitas y peinando su cabello dorado hacia un lado. Mark no podía estar más feliz, había extrañado tanto a su Alfa.

De pronto sus ronroneos se volvieron sonidos mucho más altos, y la habitación se inundó de su característico olor a sandía y menta. Mark se aferró con más fuerza a su cuello, pegando su nariz al cuello contrario para olfatearlo más de cerca y restregando su mejilla en el mismo lugar.

Donghyuck detuvo sus movimientos y separó apenas a su pareja para verle el rostro con detenimiento. El mayor tenía las pupilas dilatadas y la boca entreabierta.

Mark le observó con suplica brillando en sus grandes ojos de cachorro color avellana, viéndose totalmente como un pequeño minino.

Sin dejar de emitir soniditos de gusto, el mayor dió la vuelta sobre sí mismo, quedando sentado esta vez dándole la espalda, pegando esta misma a el pecho contrario, las orejas de Haechan se pusieron en punta, alertas. Giró un poco el rostro y besó el camino de lunares en su mejilla hasta llegar a sus labios, dejando un gran beso sobre sus belfos.

Las manos de el lobo afianzaron su lugar, sujetándolo de las caderas. Entonces buscó sus labios de nuevo para unirlos por más tiempo, besándole tan lentamente que la posición se convertía en algo incómodo.

Haechan cargó a su gatito hasta el dormitorio, la colita de el joven guepardo moviéndose con gracia de un lado a otro, demasiado feliz.

ㅡ¿Me extrañaste mucho, Gatito?– preguntó, besando castamente sus labios una vez que lo recostó sobre la cama.

ㅡSí, Alfa.– casi gimoteó.

Mark comenzaba a desesperarse con el calor que sólo incrementaba en su interior. El olor de su Alfa se volvía demasiado intenso para su sensible olfato, y cada parte de su cuerpo que era tocada parecía que le enviaba electricidad por todos lados.

Se quejó bajito, no podía parar de ronronear a la mínima cosa que Haechan le hacía, lo hacía sentir tonto ¡Y él no era alguien tonto! pero no podía controlarse.

ㅡHaechan~ Alfa~

El menor lo veía con los ojos bien abiertos, manteniendo ambas manos apoyadas a los costados de su cabeza. ¿Qué se supone que debería hacer? Su celo debería llegar en dos semanas, no justo ahora.

El felino se removió inquieto sobre las sábanas, logrando que su entrepierna hiciera fricción con el cuerpo contrario, gimiendo por la sorpresa y la oleada de calor que lo golpeó de pronto.

ㅡAlfa, te necesito, ahora.– Mark ordenó con voz suave y la respiración entrecortada.

Haechan no era nadie para decirle que no a su bonito Omega mandón.

BABY CHEETAH ; HAEMARKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora