Prologo.

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(Narrador)

Caminó por la calle de la misma forma que siempre, despreocupado y con aires de grandesa.

Mirando a la gente que por ahí pasaba de la misma forma que siempre, con una sonrisa de superioridad que lo caracterisaba.

Acomodó sus lentes oscuros de la misma forma que siempre, colocándolos sobre su cabeza, para que la gente pudiera apreciar el tono avellana de sus ojos Marrones.

Hizo todo de la misma forma que siempre, pero por dentro se reía del mundo que no notaba la maldad que conformaba su ser.

Desvió su vista del frente por un momento, para leér los numeros de las casas.

120, 126, 128...

Subió de dos en dos los escalones de la escalera que daba a la entrada, acomodó sus lentes oscuros y toco el timbre.

Unos pasos pesados, de pisadas fuertes, que golpeaban contra la madera del suelo, le indicaron que alguien se aproximaba a la puerta.

Despues de oír el destrabado de la cerradura, la puerta se abrió, dejando ver a un hombre, de unos 40 y tantos, con el pelo castaño tirado hacia atras.

El hombre hizo un gesto con la cabeza para indicar que entrara, lo cual el hizo, escuchando la puerta cerrarse tras el.

Sacudió sus zapatos de cuero negros en la alfombrilla de la entrada, para quitarles el polvo de la calle, y despues se acercó al resividor.

El hombre del pelo castaño le sacó el abrigo como el, sin hablar, se lo indicaba, para colgarlo en el perchero.

-Lo tenemos.- mensionó el sujeto.

-Perfecto.

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