Capítulo único

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Están quemando a todas las brujas,

aunque no seas una de ellas.

Así que, préndeme, préndeme,

préndeme fuego, adelante, préndeme fuego. (Taylor Swift, I Did Something Bad). 

Incursionar en el mal camino, aquel que dirige tus pasos directo al infierno, puede ser divertido cuando te quemas con el demonio correcto. Nadie nunca le dijo a Steve que pecar podía sentirse tan bien y es que, su demonio no era cualquier demonio. El suyo era uno bastante seductor, por supuesto. Más bien, era una diabla seductora. Sí, tal como lo leen. 

Esa mujer se convirtió en su dosis personal de heroína, por ella aceptaba sin dudar el ser quemado vivo, desde el primer día que la vio. Toda ella invitaba a Steve a decir “Sí” a un juego sucio y perverso. Tan sólo se quitaba el vestido y la lencería y eso era suficiente para que el rubio se abalanzara sobre ella como un animal hambriento dejando de lado su sentido común y principios. 

Y es que ella era hermosa de la cabeza a los pies. Su piel canela ligeramente besada por el astro Rey, melena castaño oscuro que descendía cual catarata hasta su cintura, ojos del color del whiskey, labios pintados de un tentador rojo pasión, curvas pronunciadas y un culo de infarto, pechos firmes y generosos… Alexia Stark era la encarnación de un ángel en el cuerpo de una diosa. 

Pero así como era de hermosa, era terca cual mula, ambiciosa y, sobretodo, dura y bastante difícil de tratar. Más te valía no interponerte en su camino o te arrollaba, literalmente. 

—Capitán Rogers. —ronroneó una voz femenina a espaldas del rubio, que se dio la vuelta con lentitud. —¿Vino a jugar? 

Un taconeo lo ensordeció y su quijada casi caía al suelo al notar lo provocativa que estaba ese día: falda ajustada cuyo ruedo quedaba muy por encima de la rodilla dejando la mayor cantidad de piel expuesta, una blusa roja con escote en V, su característico sello de los labios rojos y una sonrisa pícara. 

Steve relamió sus labios inconscientemente ante el gesto de la mujer. Sí, la deseaba más que a nada ni nadie sin saber que aquella mujer jugaba con su corazón para luego quebrarlo en miles de pedazos. El sexo se había vuelto una rutina para ambos y él conservaba una mínima esperanza de enamorarla, lo cual era casi imposible porque había intentado con todo y nada había funcionado. 

—¿El ratón le comió la lengua, Capitán? —la voz de Alexia era dulce como una golosina y sonaba como la mejor de las melodías a los oídos de su amante. —Su niña quiere jugar un poco. —realizó un puchero aparentemente inocente mientras pestañeaba implorándole con la mirada que dijera que sí. 

—Tú no eres ninguna niña y mucho menos inocente. —Steve gruñó y le mordió el puchero causándole un gemido. —Eres una diabla. —le susurró al oído para jalar el lóbulo de su oreja. 

—Adelante, préndame fuego, señor Rogers. He sido muy mala. —la sonrisa de la morena era indeleble y subió su falda dejando su intimidad al descubierto. Estaba tan caliente y húmeda que bien podría haber un incendio en su interior o todo un océano. 

Steve, como no podía decirle que no, la complació con el mejor sexo de toda su vida. Su nombre siendo pronunciado por la castaña en forma de gemidos era algo que no reemplazaría ni por la vida eterna ni por la infinitud del universo. 

Sus labios sabían a cerezas, su perfume olía a mora azul y frambuesa, su piel morena lo enloquecía… Era la mujer perfecta para él. 

Ella era el fruto prohibido del Edén, él era el pecador. Ella era la personificación y reina de la lujuria, él era su leal súbdito. 

Una ronda, dos, tres… Así prosiguieron hasta caer rendidos del cansancio sobre el sillón; Steve se dejó caer primero en la suave superficie y abrazó a Alexia, que quedó encima de él. Ambos sabían que lo que hacían no era correcto, pero ¡demonios, qué bien se sentía romper toda restricción y disfrutar sin límites! 

—Sabes que esto no está bien, ¿cierto? —preguntó el rubio rompiendo el silencio. 

—Entonces, si es tan malo, ¿por qué se siente tan bien? —le devolvió la pregunta la muchacha con una mirada libidinosa y sonrisa ladeada. 

—Porque me gusta quemarme en tu infierno, querida. 

—Soy una bruja, pero TU bruja. 

—Y yo su fiel vasallo, Madame. 

I Did Something Bad (Stony, Fem!Tony)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora