Repentinamente, se escuchó un un sonido proveniente de la desbaratada puerta, era un sonido familiar, alguien tocaba la puerta.
Un miedo invadió su corazón, acompañado de un escalofrío de terror; a su mente llegó un pensamiento de negatividad y con certeras razones._"Mi bebé crecerá sin su madre"_ dijo en sus pensamientos_ "Si Nicolás no llega pronto, hoy será el día de mi muerte".
Su temor no era infundado, pues hacía varios días que estaban deportando y cazando a los de su nacionalidad, por el hecho de ser de piel oscura. El Tirano, como muchos llamaban al presidente de esa nación, no quería ver negros de procedencia haitiana en "su territorio", su lema era "no quiero que mi raza se mezcle con negros".
Aunque Patricia había nacido en territorio dominicano, nunca fue tratada como tal, siempre vio el desprecio de sus conocidos en la forma que la miraban y la trataban, hasta que conoció a Nicolás, que mostró un aprecio hacía ella y un trato diferente al que recibía de los demás, o al menos eso pensaba ella.
_¡Patricia, ábreme, de prisa!_ escuchó del otro la lado de la envejecida puerta. De repente el alma le regresó al cuerpo y se abalanzó sobre esta para abrirla.
_Isabel ¿Que haces aquí?, Pensé que los guardias del tirano venían a buscarme. ¡Que susto me has dado!
Isabel, era su amiga, la única que había tenido en años. Era una chica hermosa, de piel tostada, pero no muy oscura, cabellos castaños y ondulados y unos ojos canela que impresionaban, era realmente bella.
Isabel era la persona más amable que había conocido, pero al mismo tiempo la mas sincera, era de esas personas que dicen la verdad aunque duela, pero que al final agradeces a Dios de haberla puesto en tu camino.
Se habían conocido cuando ambas tenían 8 años, un día mientras Patricia iba a buscar agua al arroyo cercano a su casa, casa que nunca fue un hogar para ella, ni había conocido el afecto fraternal en esta, ya que había sido criada por unas inhumanas y crueles personas, si así se le podría llamar. No eran sus padres, estos nunca los conoció, pues la regalaron a sus verdugos apenas había nacido y desde ese momento empezó a ser una esclava, que desde que tenía uso de razón comenzó a realizar los trabajos mas duros para poder ganarse un pedazo de pan seco para llevarse a la boca. Era la primera en levantarse y la última en acostarse, comía lo que sobraba y vestía lo que encontraba.
Ese día que se conocieron supieron que serían amigas enteramente, Isabel fue su defensora cuando unos niños quisieron abusar de ella, era una niña aguerrida y valiente, todo lo contrario a Patricia, que era tímida y asustadiza, al parecer la forma de su crianza dejó huellas en su carácter. Patricia pensaba que Isabel era todo lo que ella no era, bonita, simpática y segura de si misma, al fin y al cabo no era una extranjera repudiada, era dominicana y tenía derechos, aquellos que ella nunca tuvo.
Isabel pensaba diferente, ella creía que Patricia era hermosa, de alma noble, tímida, pero con un corazón que valía oro, por eso nunca estuvo de acuerdo con la relación entre Nicolás y ella, creía que el no la merecía, la gente contaba que el ya estaba casado, tenía una esposa y Patricia solo era la "otra", por esa razón la tenía viviendo en esas condiciones, aún cuando podía tenerla mejor, pero Patricia nunca hacía caso a los consejos que ella le daba cuando de Nicolás se trataba, el amor había cegado toda la razón que había en ella.
_Patricia tienes que salir de aquí, los guardias no tardan en llegar, tienes que esconderte_ le dijo empapada por la lluvia y con la voz entrecortada por el cansancio, debido a los minutos que estuvo corriendo para llegar a la casucha de Patricia.
_No me puedo ir, tengo que esperar a Nicolás, el me dijo que me protegería
_Nicolás no va a venir, a él no le importas, vete por favor, yo te ayudaré a esconderte a ti a tu bebe, si caes en manos de los soldados del Tirano no sabemos lo que te pueda pasar_ eso lo decía porque en lo caminos se escuchaba que las personas que deportaban a Haití eran maltratada en el camino, los hombres eran asesinados y las mujeres eran violadas y ultrajadas por los soldados, de las peores formas posibles, hasta terminar muertas.
_No me puedo ir Isabel, tengo mi vida aquí, no conozco nada en Haití, esta es mi tierra, aunque nadie lo reconozca_ dijo con el rostro lleno de lágrimas y el corazón en un puño, mientras abrazaba a su bebé con todas sus fuerzas.
_Vámonos, yo te esconderé, conozco un lugar donde puedes escond...
Su voz fue interrumpida por el sonido de la vieja puerta resquebrajandose, fue un estruendo ensordecedor y detrás, estaban ellos, dos soldados o los verdugos de Patricia, en lo que para ella sería su ejecución, ya que pensaba que si no la mataban físicamente, su alma moriría en el momento que la apartaran de su hijo y del hombre que ella amaba.
_Vaya, vaya, aquí encontramos otra rata negra_ dijo uno de los soldados con cara de odio y desdén, mientras el otro la tomaba por el brazo para sacarla de la casa. Ella se asió a su bebé, mientras este lloraba de angustia por el ruido que de la puerta y los zarandeos que le daban a su madre.
Isabel intentó saltar sobre el opresor de Patricia para así liberarla de sus garras, pero el otro la sostuvo por el cabello, tomándola por un brazo y tirándola contra la desgastada pared, como si de una pluma se tratara, golpeándose la cabeza y quedando inconsciente_Agradece que eres dominicana, porque te hubiera matado aquí mismo_ espetó este con desprecio.
_Por favor no le hagan daño_ dijo Patricia_ hagan lo que quieran conmigo, pero a ella déjenla en paz.
_No se cómo Nicolás pudo estar con esta negra_ dijo el soldado con el odio tiñendo su mirada
_¿Conocen a Nicolás? Por favor no me maten, ni me lleven, esperen que Nicolás regrese, yo soy su mujer, el no permitirá que me separen de mi hijo.
_Eso es lo único que le interesa de ti, tu hijo_ fue lo último que escucho, en ese momento sintió un golpe contundente y un dolor punzante atravesando su cabeza y todo lo demás fue oscuridad.
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El Color Del Alma
Non-FictionCuándo el color de la piel define la forma en la que debes vivir, habrá algo que hará la diferencia, esto es, el color del alma