Anochecer de Amor

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Las islas de Ortiga y de Delos, aquellas donde hace siglos nacieron los letonides, una vez cada año eran embellecidas para celebrar a los mellizos que nacieron en ellas. Durante el día las festividades eran en honor de Apolo Febo se realizaban en Delos, el menor de los hermanos, quien había nacido en las horas que el Sol reinaba los cielos, estos festejo iban acompañados de música, bailes, entre otras actividades que duraban hasta que la primera doncella de la cohorte de Artemisa Febe, hacía acto de presencia anunciando ya debían comenzar a moverse hacia la isla de Ortiga, puesto que su señora llegaría pronto, mientras eso pasaba las ninfas junto a otra deidades menores decoraban el lugar de manera delicada para honrar a la nacida en horas de la noche.

Para esa oportunidad las doncellas de la cohorte de Artemisa, le diseñaron un vestido sumamente hermoso, el mismo era de un color tan azul que igualaba al de las noches sin Luna, además que tenía dos cosas que lo hacían especial. La primera, era una capa con cientos de pequeños diamantes que asemejan a las estrellas de la noche, detalle que se extendía al borde superior e inferior del corsé. La segunda cosas era un broche con las cuatro fases lunares de plata con una amatista que representan a la luna llena. Dafne, la encargada de peinar a su señora la dejo más hermosa que de costumbre y aprovechó la ocasión para colocarle aquella tiara que la diosa no había usado aún y que había sido regalo del Dios del bosque.

Ya era momento de que la diosa llegará a su fiesta, sin embargo se estaba demorando más en su camino al templo de Ortiga puesto que la belleza floral salvaje del bosque nocturno era algo digno de ver, ya le daría las gracias a su prima hermana Perséfone. Por otro lado, la música del Dios Pan hizo que se retrasara aún más, pues el dios se estaba superando con aquella canción en la cual le hablaba de lo mucho que la amaba. Sin embargo, no podía hacer esperar a los invitados por lo cual comenzó a acelerar más el paso hacia el templo donde su fiesta sería celebrada.

Todo iba bien, el paisaje a su alrededor era hermoso y se sentía feliz de por fin poder ver a su hermano, y es que sus doncellas no la dejaron ir a la fiesta del dios del Sol, sin embargo el sentimiento de felicidad pronto fue reemplazado por uno de sorpresa porque desde el inicio de su jardín hasta donde podía ver habían miles de "La Dama de la Noche" su flor favorita y muchísimas luciérnagas...Sin duda tenía mucho que agradecerle a Perséfone apenas la viera.

Para un cazador diestro como Orión, no había cosa más frustrante que el no poder haber cazado nada en aquella isla, que se propuso visitar desde hacía semanas. Por otro lado, ya era tarde como para intentar volver a su hogar y sin conocer a nadie en aquellos parejas, decidió que pasar la noche en los jardines del templo de la diosa de la caza estaría bien, al llevar al lugar se encontró con cientos de "La Dama de la Noche" cosa que le pareció raro, pues sabía bien que aquella no era la noche de esas flores, sin tomarle mucha importancia al hecho siguió caminando buscando un lugar donde poder dormir.

Ambos, tanto diosa como mortal, sin saberlo fueron presa de la belleza de las flores y de la música del dios Pan, que no supieron cuando llegaron a uno de los claros dentro del jardín. El primero en percatarse de la presencia del otro fue Orión, quien sigilosamente se ocultó tras un arbusto, donde pudo confirmar que las palabras de las doncellas de la cohorte de Artemisa le habían dicho en algún momento. El cazador jamás imaginó que la diosa fuera tan hermosa como lo era.

En aquel claro lleno de sus flores favoritas Artemisa comenzó a sentirse observada, quiso pasar por alto eso pero no pudo y jurando no volver a hacerle caso a Calisto en dejar en su arco en su templo de Efesios, siguió maravillándose con la vista, a pesar de sentirse observada. Y es que en claro no solo habían "La Dama de Noche" sino que también habían "Duriòn" "Trompeta de Ángel" "Flor de Luna" "MoonFlower" y "Onagra" que era la única en etapa de floración, para Artemisa todo aquello era más que hermoso, para el cazador lo era también pero lo que más le llamaba la atención era la diosa en sí, por lo tanto y tratando se hacer en menor ruido posible intento acercarse un poco a ella pero su plan se al Tártaro debido a una rama seca que pisó por accidente.

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