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Erase una vez...

Steven Rogers, un niño como cualquier otro niño, tenía sueños, demasiados, uno de ellos era viajar, viajar a suramérica y conocer a las famosas cataratas del paraíso. Era un niño con demasiada imaginación...

Aquí vemos Steven Rogers con su famoso dirigible, sobre vuela el gran cañón, sobre vuela el monte Everest, bueno rodea el monte Everest, ¿existe algo que no pueda hacer?... -iba tan concentrado, no fue hasta que una vocecita chillona lo hizo detenerse, tal vez no fue la voz lo que lo detuvo, más bien fue lo que dijo.

-la aventura nos aguarda! -escuchó la vocecita, que provenía de una casa vieja de dos plantas, estaba en muy mal estado. Sin darse cuenta sus pies lo llevaron a la puerta, la abrió y la casa estaba en el mismo estado que lucía por fuera. -la aventura nos aguarda! -volvió a  escuchar, la voz provenía de la segunda planta, así que temeroso subió con pasos cautelosos.

-hola! -gritó la voz, sobresaltando al pequeño Steve, por poco y suelta el globo que lo acompañaba. Volteo hacía la pequeña, a los ojos del pequeño era una niña muy encantadora, ojos verdes, cabello rojo y piel blanca como la nieve. -¿qué haces aquí? -preguntó la pequeña con curiosidad, intercalando la mirada entre Steve y el pequeño globo azul que traía en su mano.

El pequeño Steve no sabía que decir, estaba estático por la inquieta niña pelirroja, en verdad era un remolino.

-¿no hablas mucho verdad? -volvió a preguntar -me gusta tu globo -dijo mientras lo veía directo a los ojos azules.

Steve no supo que hacer, más que entregarle el globo que traía. Le extendió el globo, pero Steve lo soltó antes y el globo voló hacía una esquina del cuarto donde estaban.

-ves por el -dijo la pequeña mientras empujaba a Steve para que caminara por el globo. Ninguno de los dos quería ir, ya que había un gran hoyo para llegar hasta él y la única forma de pasar era por medio de una tabla, que era muy delgada y estrecha. Se armó de valor y decidió cruzar para conseguírselo.

-vamos tu puedes! -lo alentó la pelirroja. Steve muy apenas logró dar un paso antes de que se rompiera la tabla de madera y cayera.

Después de una ida al hospital y de que Steven le enyesaron su bracito, se había hecho de noche y se encontraba enredado entre la comodidad de sus sábanas leyendo un libro con la luz de una linterna que alumbraba lo suficiente para leer.

Estaba concentrado en su lectura que se asustó cuando el mismo globo que le entregó a la pelirroja chocó con su libro, en el listón que colgaba llevaba atado una hoja. Quito la hoja y la abrió "te quiero" se sorprendió al ver la nota.

-gracias -se volteo al lugar proveniente de la voz, y ahí estaba, en su ventana con el cabello que parecía nido de pájaros.

Después de que ella entrara a su habitación Steve con ayuda de la pequeña armaron una casita con sábanas y almohadas. Steve no se había percatado que la pelirroja llevaba con sigo un libro, hasta que ella se lo mostró.

-mira, es mi libro de aventuras -le decía como si se tratara de un secreto -¿sabes a dónde quiero ir?... a las cataratas del paraíso, lugar perdido en el tiempo -decía mientras le enseñaba una hoja, que parecía haber sido arrancada de algún libro. El pequeño se asombró ya que era el mismo lugar a donde quería ir, se alegró mucho, extendiéndose una sonrisa en su rostro -sabes... la arranque de un libro de la biblioteca! -dice con euforia, refiriéndose a la hoja. Steve puso cara de terror al escuchar eso -me gustaría ir -vuelve hablar, ahora un poco más tranquila.
Rogers al escuchar eso voltea a su dirigible de juguete, la niña se percata de eso y vuelve habar -tu me llevaras ahí -dice con alegría -júralo! Con el corazón -grita señalando a Steve.

Con el corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora