PRÓLOGO.

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Una gran fiesta se está dando lugar en el patio de la casa Hamilton, pues el hijo de Paul; Efraín y Anabel; la hija de Julia, quien es la encargada de la limpieza de la casa, han organizado una hermosa fiesta de cumpleaños.

Con el estómago cosquilleando, él comienza a acomodar su cabello una y otra vez nerviosamente, ansioso, pero también algo decepcionado, pues la mujer de su vida no estará allí, como en ninguno de sus cumpleaños anteriores, y bueno, no es como si todos los días se cumplieran años, de solo pensar en que ella ya ha crecido, y alejada de él, le hace retorcer las extrañas, pero "ha sido lo mejor" se dice a sí mismo, ella ahora es toda una mujer y aunque han pasado unos cuantos años, 5 para ser específicos, él la sigue amando como el primer día.

— Maciel, los invitados ya han llegado. — Julia golpea la puerta de su habitación y entra lentamente, al verlo tan nervioso le hizo recordar a cuando era niño y él la llamaba "Nana", sonrió tiernamente ante aquel recuerdo. — y tu sorpresa también...

— ¿Sorpresa? — Su ceño se frunce ligeramente — sabes que odio las sorpresas...— pone los ojos en blanco y resopla tal como un niño pequeño mientras ríe alegremente.

— ¿Seguro que no? — pregunta aun una sonrisa planteada en la cara, él bufa y se gira hacia el espejo para volver a acomodarse el cabello. — ¿Ni aunque la sorpresa venga castaña, con ojos cafés y con un hermoso cuerpo de ? — el joven se quedó helado por una fracción de segundo y se giró con los ojos bien abiertos y llenos de ilusión.

— ¿Quieres decir que...?

— Ve a averiguarlo por ti mismo mi niño... — antes de siquiera poder terminar la frase ya había salido corriendo por el pasillo para bajar las escaleras de la misma manera, chocándose con todo y todos a su paso.

¿Es que a todos se les ha ocurrido quedarse parados en el medio para que no pueda pasar? Pensó irritado.

Cuando llegó a la puerta corrediza que da al patio trasero con la enorme piscina, paró de golpe y respiró hondo tratando de tranquilizar su corazón y de aparentar compostura, cosa que no sintió en ningún momento. De la manera más calmada que pudo aparentar abrió la puerta y salió encontrándose con un mundo de gente, todos amigos, conocidos y compañeros de la empresa. La verdad es que él era el jefe, pero siempre trató a los demás igual, nadie es menos ni él es más por ser quien es.

Entonces al otro lado de la piscina, en la entrada que da del patio delantero a la piscina...

La vio.

Y el mundo se detuvo.

Su corazón también.

***

En el aeropuerto ella recoge su equipaje y se encamina a la salida de este, con la ilusión de poder ver nuevamente a aquel hombre que no ha visto en años, pero se lleva la terrible desilusión de que no es así, quien la espera con la puerta del coche abierto es Paul  . Sin querer que se note su desanimo por aquella sorpresa sonríe animándose.

— ¡Paul! — el nombrado la mira con la sorpresa pintada en su cara, sin poderse creer que tiene en frente suyo a aquella pequeña que lo llamaba "abuelo" solo por fastidiarlo de niña.

— ¿Bridget? — la voz de aquel hombre salió conmocionada pensando en cómo aquella niña se ha convertido en toda una mujer.

Ella suelta un pequeño chillido y corre a sus brazos. Paul la recibe y la estrecha fuertemente demostrando así cuanto la había extrañado, ella...pues ella no se queda atrás.

— ¡Por dios niña! ¡Cómo has crecido! — posó las manos en sus hombros y la admiró, esperando encontrar a aquella niña que recordaba con tanto cariño, y aunque su energía y la buena vibra que tenía era la misma, ya no era una niña, era toda una mujer.

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⏰ Última actualización: Jul 20, 2020 ⏰

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