El intruso

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No me ha llegado ninguna respuesta aún. La verdad no me sorprende. Yo te dí un mero telegrama cuando esperabas algo más, te conozco, siempre esperando más, buscando más, regañandome por darte tan poco. Así que vuelvo a intentarlo, aunque lo odie, aunque mis dedos ardan. Me enfoco en la imagen, en la pequeña imagen, en el sentimiento que busco. Pero me enfoco aún más en la gran imagen, en el enorme mural que intento pintarte. La visión de ese cuarto se ha asentado con el tiempo, ha ido tomando forma hasta tener sus propios cuerpos arrumados, y curiosamente, a la calle de al lado le ha ido pasando lo mismo, hasta que ahora es nítida y furiosa. 

Así que aquí esta, mal transcrita, la escena que me encontré ese día:

Espero recuerdes bien aquel estrecho cuarto. Todos los muebles y el desorden apilonado se teñían de una oscuridad azul. El mismo tono repetido en las paredes y las tablas, el mismo degradado se esparcía sobre las sábanas y aún bajo ellas el azul apresaba la cara de un muchacho. Creo que tendría algo así como diecisiete años, aunque podría estar equivocada. Lo que importa es que este muchacho azul se escondía con desesperación bajo capas y capas de cobijas. Justo como un pequeño niño que cree que afuera, rondando el cuarto se encuentra un monstruo al asecho, pero decorado con todo lo terrible que puede concebir una mente más madura. Su mano temblorosa aferraba la tela de su camisa blanca, justo a la altura del pecho intentando sostener sus propios latidos desenfrenados. Su cuello se tensaba bajo una cortina de sudor frío, y sus ojos miraban a la nada azul que teñía esa cueva suave. El peligro crecía con cada movimiento de las manecillas del reloj, pero el miedo le había oprimido tanto los músculos que ahora era imposible moverse sino para templar.

De repente se escucha un ruido. Un murmurar en las hojas del grueso árbol al lado de la ventana. Es apenas diferenciable del sonido de la brisa, pero basta para detener cualquier movimiento dentro de la habitación. La escena espera pacientemente hasta que se escucha un golpe suave en el balcón de ladrillo. Uno más, un paso. El azul que le regalaba la luz de luna al cuarto se ve reemplazado por una prolongada sombra negra. Y el silencio se llena de una respiración firme. Afuera el aire se mueve inquieto con la presencia del intruso cuyo aliento choca contra el vidrio manchándolo de niebla blanca. Adentro las demoníacas sombras rehuyen una mirada que intenta abarcarlo todo, una mirada sin forma que retiene al muchacho contra el colchón.

Perdón mi desordenada escritura, espero que esto baste para calmar tu curiosidad mientras logro rescatar los colores de mi visión nebulosa. Te escribiré apenas logre sacar de allí algún color limpio. Por ahora te dejo, esperando con ansias cualquier palabra tuya.

- ahora dame un nombre

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⏰ Última actualización: Jul 21, 2020 ⏰

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