🐾💸🐾💸🐾💸🐾💸🐾💸🐾💸🐾💸🐾💸🐾
Hay un lobo hambriento merodeando por los suburbios.
Un lobo hambriento que decidió entrar al gallinero.
Un lobo hambriento que intentó simular ser un cordero.
Un lobo hambriento que tiene que alimentar a su man...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
野良犬!
-【 M E D I O C R E 】-
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Con sus grandes brazos, Gin se protegió como pudo de la inesperada explosión que el muchacho le lanzó directamente a la cabeza. Acabando por retroceder de manera temblorosa un par de zancadas y completamente aturdida, viéndose obligada a volver a su forma normal inmediatamente con un pitido ensordecedor en sus oídos.
—¿Hah? —ambos chicos parpadearon un par de veces, presos de la confusión a la par que observaban a la bestia convertirse en una chica de claro semblante adolorido y confuso.
"—...Digamos que puedo transformarme en un monstruo—"
Como un eco colectivo, estos recordaron a la pelinegra mencionar en el autobús una pequeña pista sobre cuál era su extraña peculiaridad.
En su lugar, el de dientes afilados palideció, ensanchando sus ojos con aire de preocupación. Luego de vacilar unos segundos, se acercó con rapidez a la chica, mientras que el otro no movía ni un músculo, totalmente ajeno al accidente que le restaba importancia al segundo, gruñendo fastidiado y un tanto aliviado.
—Oh, por dios, ¡perdónanos! ¡T-Te juro que no te reconocimos! —el pelirrojo pareció alarmarse aún más cuando vio el hilo de sangre que caía delicadamente por el costado de su cabeza— ¡¿Estás bien?! ¿Duele mucho?
Pero Gin no escuchaba casi nada, a excepción del continuo y doloroso pitido en sus oídos que luego cesó poco a poco. Después de un corto rato, la joven pudo volver a escuchar normalmente, asintiendo adolorida con las manos en sus orejas para calmar al preocupado Kirishima y clavando sus ojos ferozmente en el responsable.
—Demonios... —mascullaba adolorida, viendo a la armadura de su antebrazo magullada y parte de su mano con una ligera quemadura que ardía— ¡Ten más cuidado, pedazo de idiota!