P.V Thomas
Siento unos pequeños golpes en mi brazo derecho seguido de una voz que no logro descifrar y mi cerebro comienza a despertar.
Abro de a poco los ojos y la luz del sol proveniente de la ventana a la izquierda de mi cama los ataca instantáneamente y tengo que regular su tamaño para adaptar mi vista.
–Papi papi se me hace tarde para el colegio. –Escucho nuevamente y veo a Emmy, mi hija de seis años, parada al lado de mi cama intentando despertarme. Observo la hora en mi teléfono y veo que faltan 30 minutos para las 7:00.
–De nuevo me quedé dormido –Digo incorporándome y fingiendo enojo mirando a mi hija.
–Todos los días tengo que despertarte.–Habló mi pequeña cruzándose de brazos y negando con la cabeza.
–Lo que pasa es que... –Comencé a decir muy lento mientras me acercaba a ella despacio de forma amenazante y vi sus pequeños ojitos marrones brillar. –Me encanta este momento. –Termine de decir tomándola en mis brazos y poniéndola sobre la cama para hacerle cosquillas, como todas las mañanas.
–Ya papá se nos hará tarde –Decía entre risas.
Dejé de hacerle cosquillas y la bajé de la cama, le acomodé el uniforme que estaba un poco arrugado y me dispuse a arreglar la cama.
–Ve a vestirte y yo arreglo la cama papi. –Me dijo Emmy parada frente a mi tomando las almohadas en sus manitos y poniéndolas sobre el sofá junto a la ventana.
–De acuerdo mi amor. –La besé en la frente y me dirigí a mi closet a tomar unos vaqueros un poco viejos y un jersey negro de lana, estamos a mitades de diciembre y ya ha comenzado a nevar, solo faltan cinco días para noche buena y aún no tengo los regalos de Emmy. Entro en el cuarto de baño que se encuentra en el pasillo justo al lado derecho de mi cuarto y mientras me ducho pienso en lo madura que es mi pequeña, creo que he hecho un buen trabajo criándola, no ha sido nada fácil para mi criarla solo, cuando Jessika murió tenía tan solo un año y desde entonces me convertí en su padre y su madre, soy su única familia y ella es también lo único que tengo y mi más grande tesoro.
Luego de vestirme y cepillarme los dientes regreso a mi habitación y veo a mi hija sentada sobre la cama comienzo a peinarme frente al espejo y mi mirada se pierde a través de la ventana contemplando la figura esbelta y delicada Natalia Collins, nuestra vecina. Natalia fue mi compañera de estudios en el instituto y siempre estuve enamorado de ella, pero nunca me notó y claro está, ¿quién se fijaría en el nerd de la clase de matemáticas?
Cuando conocí a Jessika hace quince años me enamoré de ella desde el primer momento en que la vi y luego de tres años de relación decidimos casarnos, habíamos cumplido los veintitrés años, Jessi aún estudiaba y yo ya tenía mi taxi, nuestra relación fue perfecta, hasta que un día el destino me la arrebató de mis manos, precisamente Natalia fue quién me avisó del accidente.
Como todos los viernes en la noche yo había llevado a Emmy a casa de los padres de Jessika donde esperaríamos por ella para cenar todos juntos, cerca de las 8:00 de la noche recibo una llamada de un número desconocido avisándome que habían entrado a mi casa y le habían disparado a mi esposa, automáticamente fui a la clínica donde estaba internada y una de sus compañeras de trabajo me dio la noticia, había sido un asalto, esa noche volví a ver a Natalia después de tantos años, pero mi corazón solo le pertenecía a Jessika y mi pequeña Emmy. El sentimiento por Natalia volvió a nacer hace dos años cuando Emmy comenzó en el colegio, ella llevaba cinco años siendo mi vecina y había comenzado a trabajar como profesora de mi hija.
–Papá! Te has quedado hipnotizado –Dijo Emmy parada junto a mi con sus brazos en la cintura en forma de tetera.
Sonreí por su mirada pícara y la tomé de la mano me puse mis bans negras y salimos de mi habitación.
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Pinceladas de Amor
Short StoryEsta historia es un one shot sobre las canciones del cantante español Melendi.