𝒴𝓊𝒽𝒾 ,una adolescente de catorce años, descubrirá que su vida cambiará para siempre tras darse cuenta de sus nuevos poderes para salvar al Ｍｕｎｄｏ de enemigos galácticos.
Se unirá con las 𝒮𝒶𝒾𝓁𝑜𝓇 𝒮𝒸𝑜𝓊𝓉𝓈 para lograr el objetivo.
ℙ𝕖𝕣�...
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- Y ayer estábamos por besarnos - Me chismeaba Molly tímidamente.
- ¿ Y qué pasó?- Pregunté esperando su respuesta, quería saber todos los detalles.
- Y nada- Dijo suspirando mientras se apoyaba en la pared resignada.
-¿ Cómo que nada?- Dije sin entender mientras acercaba más mi cabeza.
- Lo único que recuerdo, fue despertarme en el piso con los oficiales viendo que nos sucedió- Comentó confundida.
- ¡ Que buena suerte tengo!- Dije alegremente y un poco torpemente porque estaba a punto de decirle que ayer fui una heroina que luchaba por el amor y la justicia. - Esa fiesta desde un principio no tenía buena pinta - Dije despreocupada luego de notar la mirada fulminante de mi mejor amiga.
Entramos al aula y me estaba muriendo de ganas por contarle mi historia con ese hombre enmascarado.
Acuérdate que eres Sailor moon
Las palabras de Luna no dejaban de girar por mi cabeza, todo este asunto era un secreto.
Ni en matemáticas podía concentrarme.
Como si me concentrara en el colegio
- Yuhi Tsukino- La profesora me llamó casi gritando. Abrí bien los ojos, estaba pensando demasiado y la idea de ser una heroina no me estaba comenzando a gustar. Sentía muchas responsabilidades.
- Disculpe- Le dije con un hilo de voz viendo hacia el banco que reflejaba mi rostro decepcionado.
- No te tienes que disculpar - Dijo sarcásticamente - Es más debes resolver esta ecuación - Señaló a la pizarra donde estaban escritos números con cosas muy extrañas.
Amargada me levanté del asiento y agarré la tiza que tenía la profesora en su mano.
Quedé viendo la ecuación asustada, mis manos temblaban por si solas y sentía a todos cuchillear.
Sin entender nada apoye la tiza en la pizarra, pero nada dibujaba.
Mis ojos comenzaron a mojarse dejándome sin ver.
- Lo siento- Susurré y salí corriendo dejando todo atrás sin importarme mis compañeros ni la nota de la profesora. Sentía un nudo en la garganta que no podía atravesar.
Sin más remedio, corrí hasta salir de la maldita escuela y me dirigí al camino hacia mi casa.
Después de unos metros y de chocarme a muchas personas, me di cuenta que no lleve mi mochila conmigo.
