Prólogo

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La tenue luz color escarlata iluminaba el lugar, envuelto en el compás de la música clásica que le daba un toque más romántico al local

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La tenue luz color escarlata iluminaba el lugar, envuelto en el compás de la música clásica que le daba un toque más romántico al local. La oscuridad del cielo fuera le brindaba el toque oscuro a las cristaleras que se situaban en la parte de arriba del bar, uno de los más exclusivos de Londres, haciendo juego con el anillo en el dedo anular izquierdo de uno de los pocos hombres del lugar. El anillo destellaba de a ratos debido al movimiento que su portador realizaba, gracias a los tenues rayos de luz de los postes de la calle -Y del mismo local- que se reflejaban en las cristaleras, mientras que Alessandro desvíaba la vista a su Chardonnay, para centrar su atención en su anillo y la piedra que lo ornanentaba. Alrededor y dentro de la prenda estaba escrito el nombre de aquella persona a la que tenía pensado darle su tan preciado objeto, sin embargo, la idea siempre la causaba estragos.

Ese nombre le causaba dolor y nervios, por lo que le dio otro trago a su exclusiva bebida.

Alessandro frecuentaba el bar desde su apertura hacia (casi) seis años atrás, consumiendo casi siempre lo mismo: un vino bastante difícil de adquirir provienente de los viñedos más ricos y fértiles de Francia, encontrándose en la mesa de miembros pertenecientes a la monarquía. Además de ser criado con las cosas más costosas, tanto Alessandro como su familia tenían una reputación e imagen que cuidar, no por nada estaban bajo el foco de la luz pública siendo de gran importancia e influencia. Sus manos regias se tensaron en torno a su muñeca, mientras que con desdén observaba la hora, esperando impacientemente a las dos personas con las que se iba a reunir, una de ellas para negociar. No pasaban más de las 11 de la noche; Alessandro además de ser un búho -puesto que aprovechaba la noche y dormía en el día- padecía la mala costumbre de consumir alcohol cuando se veía envuelto en un evento importante ya siendo para calmar su enojo, por felicidad, o cualquier otro sentimiento o emoción que tenía por pura costumbre, más aún cuando se trataba de un significativo acontecimiento.

El era consciente de lo que estaba por suceder, lo cual le incrementaba ya sus no tan nervios de acero.

El rubio de ojos azul lapislázuli deslizó la punta de su lengua sobre su labio superior, retirando una pequeña gota que amenazaba con ensuciar su Inmaculado atuendo de Rush & Sun, línea de ropa de una famosisima diseñadora británica que residía en Londres, quien era nada más y nada menos que una de las mejores amigas de sus padres; sus hijos y él se conocían de toda la vida haciendo (casi) todo juntos, incluso, cursaban en la misma universidad solo que, en diferentes carreras y años. Al atuendo que portaba era una camiseta de botones mangas largas brillante azul rey a juego con sus ojos azules destellantes, pantalón negro ajustado con correa, y unas botas igualmente negras como muchas veces usaba. Sus ojos ya no estaban tan chispeantes, siendo tan claros como el mar como muchos alegaban, estos solían oscurecerse cuando estaba enojado, furioso, y aclararse estando en estado normal e incluso feliz, por la situación sus oído estaban oscurecidos.

Un claro ejemplo era ese instante, de encontraba (además de molesto) preocupado, nervioso hasta dubitativo, por enésima vez consigo mismo -puesto que era el causante de lo que sería una mala
desición- una que por otro ocasión no solo lo afectaría a él. Enfadado, tras ese fugaz pensamiento y los cientos de recuerdos del pasado, terminó de beber su vino, dejando el vaso boca abajo sobre una servilleta de tela, en señal de ya haber finalizado.

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