Volvamos a vivir.

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Lo vió en ese lugar.

Sus piernas largas y esbeltas.

Sus caderas pequeñas y glúteos redondos.

Esos hombros anchos y fuertes.

Y esos ojos esmeraldas briosos que hechizaban con una mirada...

La juventud en su máximo esplendor con ese cuerpo vivaz.

Los movimientos eran fluidos, el ritmo marcado y sus caderas juguetonas. Las sonrisas eran atrayentes e hipnóticas, y sus cejas espesas le brindaban una seriedad y aire seductor con cada mirar.

Era excepcional y elegante.

Su cabello empapado se agitaba con el meneo de su cabeza.

Sus largos y delgados brazos aleteaban cual ave en una danza lenta, tocando y subiendo por su piel, desde sus finos muslos hasta su pecho y espalda masculina.

Manos suaves y largas de pianista revoloteando y desplazándose en sus mechones oscuros, como una una tormenta eléctrica en la noche.

Cintura fina girando y contorsionandose sugestivamente, realzando esos leves músculos y glúteos formados. Pidiendo sin hablar un deseo nacido del desenfreno y erotismo.

Su pecho jadeante por el esfuerzo se agita, llenando su cabeza de ideas pasivas con él como protagonista.

Todos los miércoles sin falta se encuentra esta preciosa ave en su jaula de metal. A lo alto para que todos lo vean, tan hermoso e inalcanzable. Seduciendo a los espectadores con sus suaves bailes.

Los viernes esta ave es libre, libre de volar y expandirse a sus anchas por el lugar. Siempre pretendiendo no ser la misma persona de ese miércoles anterior, cubriéndose detrás de una máscara de demonio que sólo deja descubierta su boca.

Cuando es liberado, se regodea y camina cual pavo real. No teme a mostrar sus atributos, no teme a mostrarse atrayente con sus sonrisas coquetas.

A pasos firmes, este imponente hombre se mueve con sus tacones de aguja, seduciendo a quienes fijen sus ojos en él.

Se hace llamar Íncubo, y sólo le da noches de diversión a los que mejor le traten.

Esconde tan celosamente su identidad tras esa simple barrera, que no puede evitar sentirse orgulloso por saber la verdad. Por saber que ha sido lo suficientemente observador como para saber quién es en realidad.

Que si ya a hablado con él?

Por su puesto que no.

Es un hombre viejo para él. Lo puede reafirmar con todos esos jovencitos que han podido captar la atención del bailarín.

Además, tiene una familia y niños que cuidar. Jamás podrá involucrarse con él, no parece el tipo de vida que el íncubo querría.

Y sabe que si llega a conocerlo, posiblemente sólo termine por engancharse más a él de lo que está.

Alza su reloj, son las 10:23, tiene que irse de allí, sus niños mañana tienen escuela.

Toma el último trago de su única bebida, deja el dinero en la mesa, y se retira.

El viernes podrá verlo de nuevo.

*+*+*

-Buenas noches papá.- Despide Bárbara con una sonrisa somnolienta.

-Buenas noches Bebe...- Responde cariñosamente a su hija de 5 años.

Apaga las luces y cierra la puerta detrás de él con cuidado.

RIVIVERE [creek]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora