El lago

Piloto

Hey hola, mi nombre es Laura Jiménez, y le voy a contar mi historia el la mansión Smith, una historia muy poco creíble pero verdadera.
Todo empezó con mi mudanza de Los Ángeles a California, en California conseguí un trabajo buenísimo con muy buen sueldo, maestra privada, tendría que educar y enseñar a dos niños hijos del señor Smith, yo creía que sería muy divertido, pero era todo lo contrario.
Bueno empecemos.

-mamá estaré muy bien, no te preocupes.
-pero como no me preocuparé si estarás en una mansión viejísima y además a 1hora de aquí
-no es para tanto, te llamaré cada día en un tiempo libre que tenga.
-está bien cuídate mucho, te amo

Nunca supe que ese día sería el último día normal y tranquilo.

Por fin llegue a California, llame a mamá para avisarle
-hey mamá he llegado, todo está bien voy a tomas un taxi hacia la mansión, te llamo luego
-okay hija, cuídate

Tome el primer taxi que vi, y le pedí que me llevara a la mansión Smith, pero me dijo que no sabía cuál era esa mansión que según el no había ninguna llamada así. Me sorprendí y me preocupe tanto que fui a preguntar a más personas pero ninguna sabía de cuál mansión estaba hablando, así que llame a el señor smith para preguntar donde estaba la mansión, le dije no ninguna persona sabía de la mansion. El me dijo que había muchas mansiones el California, que mejor mandaría al chofer de la mansión por ella.
Llego el señor y me saludo muy amable.
-hola señorita Laura, mucho gusto en conocerla
No sabía cómo se llamaba el señor así que solo le dije
-hola, mucho gusto
Nos dirigimos a la mansión, el camino era largo y silencioso, no hablamos nada , fue un poco incómodo.
-mire desde aquí empieza a propiedad Smith señorita Laura.
-valla es bastante grande. 
Había un bosque al inicio de la propiedad se sentía una sensación muy rara pero decidí ignorarla.
-hemos llegado, pase por la puerta y espere el señor Smith bajara en un momento
Pase a la Casa y se veía muy hermosa las paredes eran blancas el piso era de madera de los muebles eran de un color café oscuro. En el momento escuché unos pasos por las escaleras, el señor Smith, era alto, blanco y flaco, no parecía estar feliz, tenía la cara amargada, como aquellos señores viejos y enojones.