Don't Go...

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El sol desprendía una luz cegadora, no había nube en el cielo azul que pudiese cubrir el tan sol luminoso, ni árbol que diese un poco de sombra para refugiarme del tan intenso calor.

La pradera llena de flores hermosas con sus tan hermosas fragancias era un buen lugar para las abejas que volaban por toda la pradera, y las mariposas pequeñas de colores blancos aparecían cuando daba un paso en medio del alto césped.

Mi vestido blanco con cintos del mismo color se movían con gracia y elegancia gracias al leve viento que al soplar arrastraba una melodía satisfactoria al oído.

Paz, tranquilidad y alegría se podía percibir en el aire; quería danzar atrapada entre esos sentimientos de por vida, aunque nada es para siempre.

El cielo azul se torno gris, las nubes empezaron a hacer presencia, el viento se volvió violento ahuyentando a las abejas y mariposas. La tela del vestido, los cintos y mi cabello se movían con ferocidad.

La luz, la paz y la tranquilidad abandonaron el lugar dando paso a la oscuridad, miedo e inquietud.

Truenos y relámpagos empezaron a iluminar el lugar dejando un ruido ensordecedor anunciando una próxima lluvia. No me gusta nada el cambio repentino de clima, no me gusta el frío repentino.

Tal como advirtió el cielo, la lluvia empezó a caer empapando todo a su paso, sin dejar rincón ni planta de la pradera, hasta la más pequeña hormiga del lugar quedó atrapada bajo la lluvia.

Quería huir, ya no deseo danzar, ahora solo quiero irme lejos de este lugar que al pasar el tiempo se vuelve una tormenta cada vez más desastrosa, sin miedo a destruirlo todo.

Empecé a buscar girando sobre mis talones una y otra vez, esperanzada de ver un pequeño árbol o lo que sea para refugiarme de la lluvia. Más eso nunca paso.

Trate de correr pero senti un dolor repentino en mi cabeza, nublando mi vista y haciéndome sentir débil.

Cerré mis ojos unos segundo creyendo que así se pasaría más rápido el mareo pero apenas mis párpados se cerraron sentí el frío suelo de tierra húmeda bajo mio, el olor a césped y tierra mojada terminó de golpearme; caí inconsciente.

Desperté.

Estaba recostada en un lugar diminuto y oscuro, la frialdad del pequeño lugar era inmenso, ni siquiera podía ver mis pies. Esto no era para nada igual a la pradera.

Por curiosidad mire hacia mis costados, estaba igual de oscuro sin una señal de escasa luz.

Trate de levantar mi cabeza pero el movimiento hizo que chocará golpeando no muy fuerte mi cabeza.

Volví a recostar mi cabeza y, con una mueca en el rostro por el anterior golpe, miré atentamente lo que tenia delante mio.

¿Un cristal? ¿Por qué hay un cristal?

Presente atención a mi entorno y caí en cuenta que estaba rodeada de paredes de cristal, lo suficientemente grandes y altos como para que entrará.

Moví mis brazos con dificultad hacia mi cabeza, apoyándolos sobre el cristal delante mio. Mis palmas se enfriaron con el pequeño tacto del cristal, quizá era eso lo que hacía que hubiera tanto frío en el lugar.

Don't Go Breaking My Heart Donde viven las historias. Descúbrelo ahora