Disclaimer: no se gana dinero, no me pertenecen los personajes, trabajo sin fines de lucro, blablablá.
Etiquetas: Lan WangJi/Wei WuXian. Romance. Romántico.
Notas: cuarto día de la WangXian Week, con los temas Cadenas y Curación. Me estoy basando en la novela y donghua porque no he terminado de ver el drama uh. Gracias. El fanfic está inspirado por dos de los versos del poema Prólogo, A. J. Enrique Rodó que aparece en la Antología personal de Rubén Darío (incluidos a continuación).
Como un jardín
.
En mi jardín se vio una estatua bella;
se juzgó mármol y era carne viva;
una alma joven habitaba en ella,
sentimental, sensible, sensitiva.Y tímida ante el mundo, de manera
que encerrada en silencio no salía
sino cuando en la dulce primavera
era la hora de la melodía..
Siempre pensaba que Lan WangJi se asemejaba a una discreta canción llena de sentimientos desbordantes. Era una peonía blanca que desprendía fragante melancolía. Era difícil acercarse a él, parecía haber sido hecho para ser admirado y nunca tocado; jamás manchado, siempre inmaculado. Quizá por eso Wei WuXian tuvo la necesidad de acercarse e intentar arrancar a la flor que vivió en las tierras más fértiles y cómodas. Se dijo a sí mismo que llevaría a la elegante peonía a lugares nunca antes explorados, que le mostraría la belleza de las tierras yermas y los salvajes desiertos.
Lo vio ahí, hermoso y, sin embargo, humano. Lo conoció, lo reconoció, como un ser con defectos, un ente apasionado, juventud embriagada con deseos de descubrir lo desconocido. Lan WangJi fue el origen del jardín de las emociones más dulces, el espacio perfumado en el que Wei WuXian se hundiría en los posteriores años y nunca más emergería. Se vería devorado por las cuscutas, se encadenaría y al mismo tiempo curaría la psique silenciosa de Lan Zhan, que sólo florecía y prosperaba bajo los arrumacos proporcionados por Wei Ying.
Cuando Wei WuXian renació y lo vio de nuevo, su pensamiento de que era un hombre tallado en jade blanco y espolvoreado con polvo de marfil, resurgió. Sus ojos, más expresivos que nunca, le hablaron de un corazón frágil, moldeado por la lluvia salada y amarga. Quiso decirle que no pusiera ese aire de dolor a su alrededor, que recordara que era el Segundo Jade Lan, el famoso cultivador que brillaba bajo los rayos del sol y de la luna, que su corazón merecía volver a ser forjado, pero ahora por la llovizna dulce de la primavera, llamada amor.
Caminarían juntos bajo los torrentes. No necesitaban del dolor de la gente, el nacido y crecido por la desesperanza, no merecían sufrir bajo el ocaso y recibir el amanecer con lágrimas en los ojos. Siempre existieron flores que crecieron en los lugares más inesperados, en los peores ambientes y le mostraron al mundo que el futuro sin fin siempre estaba al alcance de los que perseveraban. Ellos tenían el privilegio de haber nacido para conocerse, no fue justo desaprovechar su ventaja otorgada por la suerte casi divina.
Entonces, cuando Wei WuXian le dijo a Lan WangJi que lo amaba, que lo deseaba, y le gritó que quería pasar todos sus días con él, rememoró sus años como adolescentes y soñó con decirle que ahora podían tocar su canción, el símbolo de su cariño, hasta que su mundo quebrará y se rehiciera a su gusto.
Lan WangJi podría descansar en sus brazos temblorosos, dormir a su lado, llorar bajo su protección, nunca más hacerlo solo. Iba a valorar que hablara como si cada una de sus palabras fuese oro.
Lan Zhan, Hanguang-jun, Lan WangJi tendría que saber que si moría, Wei WuXian todavía iba a considerar el tiempo que gastaron juntos como la mejor parte de su vida. Si se encontraran de nuevo en otra vida, aún elegiría envolverse en el jardín de los ensueños, fuese primavera o verano, fuese otoño o helado invierno.
Y si Lan WangJi le decía que se quemara con la nieve que cubría los salvajes pastos, las peonías, las cuscutas y las simples hierbas, Wei WuXian obedecería. Incluso si se le ordenaba convertirse en el invierno mismo, buscaría la forma de volverse un espíritu cubierto de escharcha.
El tartamudeo de los árboles provocado por el viento, los trozos de anhelos que Lan WangJi perdió durante los años en los que Wei Ying no lo reconoció, serían devueltos a la vida, con respiros colapsados, ojos cerrados, palabras susurradas cubiertas de miel y mejillas rojas como rosas.
Gastarían los siglos asegurándose de que todo estaba bien, que ni siquiera sufrir por los viejos recuerdos marchitaría las plantas que crecían en el jardín de sus sueños, que las nuevas experiencias se plantarían.
Y un día, se darían cuenta de que sus voces, sus cantos eran un hogar. Siempre podían llamarse. Y su canción se volvería un himno.
Las cicatrices nunca desaparecían, sin embargo, se volverían notas de una gran sinfonía que resonaría en la espesura de su edén.
Escaparían de la hiel y pesadez de la oscuridad, allá, bajo el brillo de las plantas y el aroma de las flores.
Lan WangJi, peonía blanca, conoció la vida. Wei WuXian era la vida.