Prologo

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Tararea alguna canción tonta mientras anuda aquellas pequeñas flores unas con otras, es una actividad tonta, pero cuando Guillermo llegó a su casa con una canasta llena de florecitas se dijo que era imposible contenerse. Era una mañana tranquila, un aire fresco corría con tranquilidad, no era demasiado fuerte y solo despeinaba un poco los cabellos castaños del Omega, mientras Guillermo, sentado a su lado, evitaba que las ráfagas ligeramente más fuertes impactarán directamente en su cuerpo.

El sol emitía cálidos rayos que no eran lo suficientemente fuertes como para quemarle la piel, dejando solamente una sensación agradable en su cuerpo, mientras las nubes se deslizaban tranquilamente por el cielo de un color azul claro y maravilloso. Sabe que su mascota los observa desde la casa, porque al igual que todos sus amigos, se preocupa demasiado por él, el pequeño lobo está sentado frente a una de las ventanas, pero no parece necesitado en moverse.

Conoce al albino desde que son niños, y su confianza está depositada en él como si se tratara de una parte de su familia, sabe que aquel sentimiento se comparte con el animalito.

— Hoy llegaste temprano — Murmuro Rubén, mientras sacaba ligeramente la punta de la lengua mientras fruncía el ceño, concentrándose en un nudo que sus manos delgadas no habían conseguido hacer al primer intento. Quiere preguntarle si eso se debe a su tristeza el día anterior, y aclararle que no había sido algo por lo que debería preocuparse.

— ¿Es así? Simplemente no vi la hora, creo — Anuncia tranquilamente, recargando la mejilla en su mano, mientras observa cómo la corona de flores comienza a tomar forma en las manos del ojiverde.

Ahora el que está desanimado es el, porque no puede dejar de pensar en las palabras que David le ha dedicado esa mañana, mientras lo miraba con pena en sus ojos ambar y le daba dos palmaditas tranquilas en la espalda, como si quisiera reconfortarlo de las palabras dolorosas que él mismo había soltado.
Lo maldice mentalmente, y luego le ruega a los Dioses que todo eso sea un rumor.

— Rubén ¿Que opinas de Los destinados? — Pregunta, tomando por sorpresa al castaño al que le empiezan a brillar los ojos con alegría al escuchar el término.

— Que es increíble, ¿Te imaginas? Debe ser la puta mejor sensación del mundo — Narró emocionado, soltando sobre su regazo la media corona que lleva hecha. Los padres del castaño habían sido destinados, y antes de que un trágico accidente lo separara de ellos, había escuchado la historia de cómo se conocieron cientos de veces, enamorado de todas las sensaciones y emociones que sus padres le narraban de forma suave,

Era, quizá por eso, que era tan optimista al respecto de aquello. A Guillermo le parecía una mierda, así que hace una pequeña mueca al escuchar la respuesta del mayor.

— ¿Crees? ¿Qué pasa si no quieres estar con esa persona? Dicen, que una vez que conoces a tu pareja destinada, eres incapaz de vivir sin el — Murmuro, no queriendo imaginar el dolor que debían sentir miles de personas a lo largo del mundo por algo como aquello. Miro de reojo al castaño que lo miraba con ojos ingenuos y ligeramente molestos.

— ¡Por supuesto que no! Si es tu pareja destinada seguramente es lo mejor para ti — Dijo, haciendo un puchero, tenia ese tono que usaba cuando estaba enojado y frustrado, como si hablara con alguna ironía mientras alargaba la última palabra. Soltó una risa burlona, era demasiado amable para entender lo que él quería decir.

En el mundo nada podía ser tan hermoso.

YŪGEN || Rubegetta [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora