La envidia es una cosa extraordinaria.
Un hombre envidia a su vecino, el cual tiene una esposa muy bella.
Un lord envidia a un rey, el cual tiene autoridad sobre los nobles.
Un rey envidia a un dios ante el que todos los hombres deben inclinarse.
Y un dios envidia... Un dios envidia lo que un dios no puede tener.
Anelaba tantas cosas de la vida. La satisfacción me evitó
Y las cosas por las que rezaba... Bueno... ¿Me creerías si te digo que, para mí sorpresa, un dios respondió a mis plegarias?
Estás cosas... Esta vida... Esta isla... Esto es mi recompensa.
Exorbitantes poderes, toda una vida de servidumbre y una existencia penitente en este lugar enmudecido.
El dios de esta isla es el dios que contesto a mis plegarias.
Su existencia está marcada por una codicia insaciable en busca de algo que un dios nunca puede alcanzar.
Abuso de la codicia al recaudar las deudas de los reinos y países con la esperanza demencial de recaudar lo que nunca habría de tener.
Ay... Somos hijos de la sal, atados por un santuario.
Estamos muertos eternamente.
Este dios... Este demonio... No quiero pronunciar su nombre.
Alimenta su codicia por el poder con el terror y deshonra.
Los hombres pueden temer a los kraken en el mar, pero no nombran a este malvado dios.
Sigue tu camino.