Su Forma De Amar

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Kageyama no era idiota.

Bueno, parecía uno y en realidad lo era si nos adentrabamos en el ámbito académico, pero tampoco era un ignorante del sentimentalismo, y a pesar de ser bastante menso, tímido y testarudo para sus propios temas, sabía con exactitud que era lo que le pasaba en ese instante. Por eso mismo, Kageyama no era el idiota que todos creían que era. Para él era claro que ese calorcito que se instalaba en su pecho cada vez que Hinata sonreía no era una alergia, ni que un dolor del garganta era el culpable de que cada vez que el pelinaranja le daba un empujón y él le devolvía el golpe, sonriera -disimuladamente- con un nudo en pleno canal de habla.

No, Kageyama sabía de una u otra manera, que eso era cariño y que por mucho que le costara aceptarlo, después de meditarlo en la cena comiendo curry, en la ducha mientras se lavaba el pelo bruscamente y con la almohada tras una larga noche de dar vueltas en la cama sin poder pegar ojo. No le dió más chance que tratar de superar ese nuevo sentimiento y pasarlo a un segundo plano.

Pero él no era de palo, tal como el resto de los seres humanos, no podía apagar sus sentimientos e ignorar todo, así que mantenía una disputa atolondrada entre lo racional y su yo de siempre -el que solo pensaba en volley- para enfrentar la situación, así que con unas grandes ojeras plantó pie en el gimnasio a la mañana siguiente dispuesto a dejar el tema en la irrelevancia, no tenía ganas de nada, la leche se había acabado en casa y no traía dinero para comprar una, aparte que con suerte había dormido y tuvo que correr para llegar a tiempo, así que estuvo todo el camino maldiciendo a Hinata, convenciendose que el enano irritante, infantil y gritón tenía la culpa.

Su sorpresa al verlo y no querer matarlo no fue para nada grata, una parte de él quería torturarlo por ponerlo en esa encrucijada y otra no dejaba de mirarlo embobado saltar por todas partes hasta llegar a él con una resplandeciente sonrisa hasta que vió su rostro.

Estaba sonriendo igualmente, y la sonrisa de Kageyama era malditamente aterradora. Sin embargo y de todas formas -porque Hinata lentamente se volvía inmune al aura aterradora de Kageyama... Bueno, por lo menos un poquitito más que el resto- consiguió ignorar ese hecho y alegar su tardanza, por lo que los gritos y las quejas no dejaron de escucharse hasta que Daichi advirtió que si no paraban, los echaría del gimnasio. Y cierta parte de él no quería pelear con Hinata, pero era un impulso cotidiano que de alguna manera le alegraba el día, era en esos momentos en los que la atención de Hinata era solo suya y le gustaba. Sonaba egocéntrico, pero le emocionaba saber que por esos minutos era el eje de atención de su compañero.

Se sentía raro, le había agarrado cariño al enano de manera instantánea y llegaba a ser jodido en algunos momentos, ejemplos claros eran cuando Hinata lo dejaba de lado por el resto de el equipo, solía ser tan solo un pequeño lapso, pero se sentía desesperado por no tenerlo cerca, orbitando a su alrededor, él era como su remedio para no caer nuevamente en la soledad. Le hacía volver a sus días solo en el gimnasio, persiguiendo a Oikawa para que le enseñe a sacar, a sus días gritando ordenes a sus compañerosde equipo que se cansaron de él y le dieron la espalda, a sus días enojado con todo el mundo y recluido en su mente como una cárcel de autosabotaje donde era el único preso.

A veces se enojaba con consigo mismo por su incapacidad de conocer gente nueva y envidiaba a Hinata por ser tan extrovertido y andar como pulga saltando entre tal y tal consiguiendo la atención de todos, y esa atención era la que alejaba a Hinata de él, lentamente Hinata progresaba y él se quedaba estancado, con ganas de seguirlo.

Y estar a su lado.

Aún así, una parte de sí mismo le decía que Hinata no era como el resto y que él lo esperaría y estaría ahí sin importar qué, por lo que con confianza ciega trataba de avanzar para llegar a su lado cada vez que se alejaba. Que Hinata no se cansaría porque encontraría la llave que abre su jaula y lo sacaría adelante.

 Su Forma De Amar | KageHinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora