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Un chico y muchas preguntas

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Archie y yo actuamos con rapidez, lo tomamos de los brazos, rodeamos su cadera, un alarido de dolor salió de sus labios, volteé mi mirada a la espalda del chico y lo que vi me dejó a aún más pasmada.

Su espalda estaba llena de heridas, parecía como si hubiera recibido azotes, que aunque eran pocos, se veían graves, de estas eran de las cuales brotaba mucha sangre, sus venas tenían un color verdoso casi alilado, un notable color carmesí las rodeaba, y en su cuello tenía una cortadura muy notable.
Era una vista grotesca de lo que le pasó, así que decidí volver mí vista en frente.

—tratemos de evitar las heridas lo mejor posible — mi voz salía entrecortada.

Asintió con aún sin dejar de ver la espalda del extraño.

A duras penas lo llevamos hasta la casa, y ya estando en la sala Archie dijo —llevemos lo al sofá

En cuanto depositamos su cuerpo en el sofá, escuchamos el gruñido reprimido del chico.

—traeré el kit de primeros auxilios —aviso Archie antes de irse corriendo.

Detallarlo no fue muy fácil, el estar boca abajo sólo me permitía observar su perfil, me agache a su altura, lo miré y detallé lo mejor que pude.

Lo único que pude ver de su rostro eran sus cejas eran pobladas, su nariz fina y respingada, sus labios del grosor perfecto, pero estaban resecos y con pequeñas heridas, aunque la tierra y la sangre traten de ocultarlo de leguas se nota que es atractivo; no pude ver sus ojos por lo que los estaba cerrando con fuerza, parecía estar tratando de olvidar el dolor.

—estarás bien —fueron las únicas palabras que en el momento creí indicadas.

—tengo el botiquín —Archie se aproximaba dando grandes pasos hacia nosotros —sabes como curar ese tipo de heridas ¿cierto? —

—recuerda que tuve charlas extra de la enfermería —abrí el botiquín y saqué el desinfectante.

—Archie, trae.. —me interrumpí a mí misma al ver que Archie traía en sus manos una bandeja con agua y unas toallitas.

—recuerda, que tuve que escuchar una de esas charlas, y sólo recuerdo que es lo que se necesita —decía mientras yo tomaba ambas cosas.

No podemos pedir mucho, a los quince minutos de comenzar la charla ya estaba babeando el pupitre.

Agarré una de las toallitas la y metí una parte de ella en el agua, y con total suavidad traté de limpiar sus heridas, y digo trate porque en cuanto la aproximé a su espalda tomó mi muñeca con algo de fuerza.

—déjame curar tus heridas, ya te dije que no te haremos daño —le pedí con la mayor suavidad posible, otra vez su respuesta duro mucho en ser enviada, pero al final soltó mí brazo y me dejó continuar. 

Hice contacto con espalda, y con sumo cuidado la limpie cambiando el agua en repetidas ocasiones, luego volví a desinfectar mis manos y comencé a saturar las heridas, el solo gruñía por el dolor y mantenía sus ojos cerrados con fuerza, la expresión de su rostro mostraba que trataba de reprimir el dolor lo mejor posible.

La sutura me mantuvo muy ocupada, y para mí era lo mejor, por lo menos no estoy haciendo teorías ni preguntándome cosas las cuales no responder yo si no esté chico.

Y así pasé medía hora suturando y poniendo gasa a gran parte de su espalda, cuando termine lo inspeccioné y así di por terminado mi trabajo, pero noté que estaba luchando para no perder la conciencia.

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⏰ Última actualización: Aug 08, 2020 ⏰

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