Después del día de playa Tooru y Mei volvieron a verse, pero la situación era distinta, simplemente fue un momento para disfrutar del placer que el otro le proporcionaba, la rubia sin despedirse se fue de casa del castaño y éste simplemente observó como ella se iba, estaba claro que la rubia intentaba apegarse a las reglas, sin embargo, Oikawa cada día las odiaba más, en primer lugar ¿Quién fue el estúpido que las creó? La realidad lo golpeó como un balde de agua fría, había sido él, él mismo impuso las reglas y era él quien deseaba borrarlas de una vez por todas, pues comenzaba a aceptar que Ikari le gustaba más allá de lo que una simple noche significaba.
Un desnudo Oikawa yacía desesperado encerrado en las duchas masculinas, las prácticas habían finalizado y él había decidido tomar un baño, sin embargo, había olvidado su ropa en el gimnasio y por alguna razón la puerta de las duchas había quedado trabada, no abría por más que lo intentara, por lo que sin ninguna otra opción comenzó a gritar por ayuda.
—¡Ayuda! ¡He quedado encerrado aquí! ¡No es bonito estar desnudo y encerrado! —decía con frustración en forma de lloriqueos.
Ikari por su parte caminaba frente al gimnasio masculino dispuesta a marcharse, pero al escuchar los gritos desesperados de una damisela en apuros maldijo su curiosidad y se adentró en el gimnasio.
—¿Hola?
—¡Santo cielo! ¡Hola! —soltó un grito de alivio acompañado de un golpe en la puerta. —Mira, he quedado encerrado aquí, probablemente tenía el seguro y no me di cuenta cuando cerré la puerta, ¡Las llaves están colgadas a tu derecha! ¡Ayúdame, por favor!
—Bien, bien, solo cálmate ¿Si? —pidió ya exasperada de los irritantes gritos del chico. Con su vista buscó las llaves y las encontró colgadas en la pared, sin más las tomó y abrió la puerta.
La chica soltó un grito cuando en su campo de visión un apuesto castaño la observaba, este llevaba simplemente una delgada toalla blanca colgando de sus caderas, delirando caerse en cualquier momento.
—¡Oikawa-San! ¡¿Por qué no me dijo que era usted y que estaba desnudo?! —gruñó mientras se tapaba los ojos con su delgada mano, el castaño simplemente soltó una risa divertida.
—Ohhh Ikari-chan, no sabía que eras tú, de haberlo sabido esta toalla no estaría aquí. —dijo de forma coqueta. —No seas tímida, no hay nada que no hayas visto antes.
—Oikawa-san, supere lo de esa vez por favor, yo estaba despechada por el estúpido de Katsuki y usted se me insinuó como perro en celo, eso no volverá a suceder, no quiero ningún tipo de relación con usted. —contestó borde la rubia, recordando cómo meses atrás se había acostado con Oikawa por despecho, ya que su novio, ahora ex novio, la había dejado por otra chica, los universitarios son unos hijos de puta, pensó Ikari.
—¿Por qué, Ikari-chan? ¿Temes no poder con los encantos del gran Oikawa Tooru? —dijo de forma coqueta mientras se acercaba a ella, haciéndola retroceder hasta acorralarla en la pared.
—No soy tan tonta como para caer con simples palabras bonitas y sonrisas coquetas, ahora quítese o lo golpearé. —exclamó molesta la rubia con el mentón en alto y el ceño fruncido.
—Entonces, ¿Qué te parece si jugamos un juego?
—¿Un juego? ¿De qué mierda habla Oikawa-san? ¿Ya se le murió la última neurona que tenía?
—¡Deja de hablarme de usted! ¡Me haces sentir viejo! —chilló con frustración el castaño, sacándole una risa divertida a Ikari, ella sabía lo mucho que le molestaba a Oikawa que lo tratara de usted. —Mira, seré directo, te deseo, pero no quiero una relación en estos momentos, tampoco quiero acostarme con media institución, sé que no lo parece, pero no soy esa clase de persona. —la rubia levantó una ceja en señal de que no le creía ni una palabra. —¡No me mires así!
—¿Por qué debería de aceptar? —cuestionó la rubia con incredulidad.
—Porque sé que tú lo deseas tanto como yo, Ikari-chan. —la rubia no contestó, permaneció en silencio observándolo fijamente en busca de algún indicio que le dijera que se trataba de una broma. —Pongamos reglas, de esta forma no podremos establecer una relación, simplemente sexo y nada más. ¿Qué te parece?
—Oikawa-san, es un maldito pervertido. —escupió la rubia. —Más le vale que cumpla sus reglas o le patearé las bolas.
Ante esto Oikawa sonrió de forma divertida, tomándola por la cintura y acercando sus labios a su oído.
—¿Qué te parece si primero jugamos y después te digo las reglas? —dijo en apenas un murmuro.
Ikari solo sintió como la toalla que Oikawa mantenía en sus caderas caía en las baldosas de las duchas.
Un suspiro pesado salió de los labios de la rubia, caminaba de forma tranquila por las silenciosas calles de Miyagi, aquel recuerdo repitiéndose en su memoria. Comenzaba a desear nunca haber aceptado el juego de aquel coqueto castaño, pues ya no se sentía tan segura de continuar siendo el jugador número dos.
Esperaba pronto llegar al nivel final y acabar con todo eso.
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𝒫𝓇𝑒𝓉𝓉𝓎 𝒷𝑜𝓎 • 𝒪𝒾𝓀𝒶𝓌𝒶 𝒯𝑜𝑜𝓇𝓊
Fanfiction──────かわいい男の子 ❜ Una chica rubia, de carácter fuerte, capitana del equipo de voleibol femenino, con antecedentes de un corazón roto. Un chico castaño, coqueto e infantil, algo irritante y egocéntrico, con fans por montones detrás de él y una mala rep...