Auron estaba bastante enojado.
Tenía que caminar a su casa después de un largo día de trabajo gracias al problema que poseía el motor de su coche. Apenas cerró su jornada laboral tuvo que llamar a la agencia y esperar a que una grúa se presentara para llevarse el mueble. Usualmente no tenía ningún problema con los trabajadores de agencia cuando los trataba frente a frente, pero justo ese día había tropecientas personas además de él con problemas en los vehículos. Después de 3 horas de espera y con solo los refrescos gratis y los bizcochos de cortesía de la agencia en el estómago cualquier persona se ponía irritable.
Y, para el colmo, no podía llevarse su auto a casa. Tenían que hacer una revisión en el motor y de paso aprovechar para ajustar todo lo demás que Auron había ido relegando con el tiempo. Así que tuvo que tomar un uber de cortesía que solo alcanzó a llevarlo hasta unas cuadras de su casa. Todo por qué el conductor insistió en utilizar una ruta a pesar de las advertencias de Auron de tomar otra. Seguro que lo había hecho a propósito.
Ahora tenía que caminar a casa mientras cargaba su maleta. Sin comer, con un frío que te cagas y con sueño. Lo único bueno es que había podido revisar los documentos que llevaba en su maletín mientras esperaba en la agencia y ya no tenía tanto trabajo pendiente. Por lo demás, Auron no era una persona muy feliz.
El piso bajo sus pies cambió de concreto hidráulico a madera vieja. Ya no escuchaba el repiqueteo del tacón de sus zapatos, si no el crujir que hacía la madera por el esfuerzo. Auron tenía varios años viviendo lejos del pueblo y apreciaba la tranquilidad que esto le otorgaba, pero desde el primer día que se había mudado no le gustaba pasar por el puente. Estaba desgastado, la madera carcomida por moho y plantas rastreras que crecían en las oquedades y el barandal oxidado por las lluvias. Olía a hierro mojado y pescados muertos a pesar de que el río debajo corría tan fuerte que seguro que no le daba ni oportunidad a uno a encallarse en las orillas.
Tenía la certeza de que algún día el puente se derrumbaría y ojalá que fuera con él a metros de distancia.
Auron se detuvo de repente, arrugó la nariz ante el olor que calaba en su nariz con insistencia y entrecerró los ojos, tratando de ver a su alrededor. Tal vez era el frío de la noche, pero el ambiente se sentía peor que de costumbre. Caía de manera pesada contra sus hombros y humedecía el cuello de su camisa. Extraño, ni siquiera había neblina esa noche; al contrario, la luna brillaba con tanto vigor en el cielo nocturno que le cegaba de a momentos.
Sin embargo, algo habitaba en el ambiente que le erizaba la piel. Decidió que no quería quedarse a averiguar que le seguía paciente en el oscuro del camino detrás de él y seguir adelante. Si la situación ameritaba, entonces se liaría a puñetazos con lo que sea que fuera que le ponía los nervios de punta y no volvería a pisar el puente en su vida.
Decidió concentrarse en los quejidos de la madera bajo sus zapatos sin despegar la vista del camino frente a él. Podía incluso contar el ritmo de los ecos que rebotaban de manera rápida.
1
2
3
4
5
Auron se detuvo.
No era ningún monstruo digno de Silent Hill o una niñita fantasma al final del camino, pero algo en el hombre frente a él apretaba su pecho. El aire se atoró en sus pulmones y olvidó como respirar un momento, y que podía correr el resto del camino sin problemas y evitarse cualquier encuentro indeseable. Pero el hombre, que volteaba a verlo lentamente y con aire perdido le paró el corazón en un segundo.
ESTÁS LEYENDO
En el Puente
FanfictionAuron carraspeó. En automático, siguió avanzando. No era asunto suyo. Llegaría a casa, se serviría una buena copa de vino y cenaría un bistec con patatas que sobró de la cena de ayer antes de irse a dormir con la televisión encendida. Tal vez inclus...