hobagsaeg ; myg «+18»

01; ámbar.

⚠ Este capítulo contiene leves descripciones de violencia y sangre, leer con discreción.

I
Ámbar

Min Yoongi era un ser de rutina, cada día se levantaba a las cinco de la mañana y en cuanto el sol aparecía tras las montañas del oriente, él ya estaba en camino al río con un amplio sombrero de paja sobre su cabeza y su vieja caña de pescar al hombro.

Yoongi no era excepcionalmente bueno para la pesca, en realidad apenas le daba para sobrevivir. Pasaba el día entero sobre su bote esperando que alguna criatura picara el anzuelo y regresaba a su modesta casa en las afueras de la aldea cuando ya había oscurecido.

Tenía días buenos, en especial en la temporada de subienda, los peces abundaban porque seguían su ruta río abajo ansiosos por desovar. Yoongi tenía mucha suerte si pescaba un buen par de peces de unos veinte kilos cada uno, y luego de venderlos a muy buen precio en el mercado, dejaba hasta la última pieza de plata que poseía en la taberna.

Yoongi no era social, había llegado a la villa un par de inviernos atrás, nadie en el pueblo sabía de dónde provenía ni cuál era su oficio. Él era simplemente un pescador mediocre en la treintena que a pocos y a ninguno le interesaba conocer.

Excepto a Seokjin, la mala influencia que le llevaba a gastar su dinero en licor. Pero existía una razón de peso con la que Seokjin se justificaba: pese a que Yoongi era joven, no poseía ninguna discapacidad y sorprendentemente era muy inteligente, el pobre diablo no llamaba la atención de ninguna mujer soltera en el pueblo, mucho menos ningún padre quería entregar a su hija a un don nadie como él.

Él sin embargo, estaba cautivado por la belleza de la hija del dueño de la taberna, Seokjin le insistía en buscar una mujer de su alcance, ¿Pero qué podía saber Kim Seokjin? Su padre era el comerciante más adinerado de la aldea y lo llevó de viaje durante su juventud por sus rutas de intercambio, había regresado un par de años atrás con una exótica mujer extranjera como esposa, y aquella pareja era la envidia del pueblo. Ambos poseían una belleza casi inhumana, como si descendiesen de los mismísimos dioses.

—Tendrás razón Seokjin —resopló con su mirada fija en el fermentado licor de arroz—. Tendré que apuntar más bajo, pero no es que yo quiera casarme tampoco, quizá solo me hace falta algo de compañía femenina, tu sabes que yo en realidad no soporto a las mujeres por mucho tiempo.

Seokjin carcajeó escandalosamente, dio golpes amistosos en la espalda del hombre y llamó a Nari a que les sirviera más licor.

Yoongi enrojeció, Nari era realmente una belleza, él estaba seguro que bajo esas holgadas prendas que a simple vista ni forma tenían, se encontraba el paraíso terrenal, su rostro era fino sin ninguna imperfección. Nari parecía más una princesa que la hija del vulgar dueño de la taberna del pueblo.

Sin embargo había un problema, esa chica no hablaba, nunca mascullaba una sola palabra. No parecía más que una muñeca artificial sin emociones, su inmaculado rostro era inexpresivo, y sus ojos parecían carecer de vida.

Era una mujer rara, si parecía oír y entender lo que le decían no lo demostraba, nunca reaccionaba ni a los insultos ni a los halagos.

—No puedo creer que no hubiese aceptado la propuesta del hijo de ese noble que estuvo por aquí hace unas semanas —murmuró burlón Seokjin sin mucho disimulo luego de que ella se dirigiera a otro sitio a servir, los otros hombres lo miraron algo molestos pero este ni se inmutó—. Una vida mejor que la que tiene en este pueblito seguro le daría.

Yoongi entornó los ojos para luego fijarlos en el movimiento de la mujer al caminar. Seokjin resopló y terminó su bebida de un solo trago.

—Yoongi, por más que me contente beber contigo y que dejes todo tu dinero en esta taberna cada noche, podrías mejor ir con Chaeryung y gastar tu dinero en algo que te dé más placer que mi compañía —mofó sarcástico—. Créeme, Nari nunca te hará caso, estás perdiendo el tiempo.