Wendy, la chica de la otra cera continua observándome constantemente, su mira profunda pero totalmente vacía logra jugar con mis neuronas dejándome en un estado de confusión; ninguna expresión, se mantiene neutra en lo que su corazón quiere gritar o su mente quiere sacar.
Incertidumbre, aquello que crece dentro de mi con el pasar de los días, deseo observarla un poco más. Mi rostro termina afuera de la pequeña ventana, frente a frente en una distancia prudente, sus ojos insisten en centrarse en los míos, no dí debilidad, ahora nuestras almas vacilan entre ellos.
Cada toque de queda es muestra de que ella no volverá, dos días y no hay rastro, siento frió en mi vientre que se va calentando hasta llegar a hervir, quizá sean respuestas nerviosas; la unión de las almas aquello es lo que no deja que me sienta en paz en cuanto estoy en casa, la desesperación produce cansancio y vagas oscilaciones que me hacen creer que ella está en la cera paralela pero no he estado mas equivocado en toda mi vida.
"El tercer día Cristo resucito" mis palabras son sacadas lentamente. Mi sudor se vuelve frió y una onda sonora en mi oído derecho se vuelve intensa, me retiro de la sala recorriendo la casa entera sin embargo, un olor distinto al acostumbrado es insertado directamente a mi nariz, mi lógica indica que aquello proviene de la alcoba continua.
"Volver de la muerte" palabras de apatía, Wendy, la irregular Wendy se encontraba atada y fría, cuerpo sin vida, no existía alma, no había retroceso, la pequeña Wendy había muerto.