CAPÍTULO 1 |

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-¡Papá! -exclamaba la pequeña azabache con voz dulce- Papá, debes despertar, el tío Naruto te vino a buscar. -sus pequeñas manitas sacudían con desespero el cuerpo soñoliento frente a ella.

-Entiendo cariño, dile que ya voy a verlo. -mencionó el hombre que hace algunos minutos había sido despertado por el movimiento insaciable de su menor hija.

Sarada Uchiha, una pequeña niña de tan solo seis años de edad. La princesa de la casa, el motor y motivo de aquel hombre de veintiocho años, la razón por la que el azabache despertaba cada día con una sonrisa y un agradecimiento profundo a la vida.

Él estaba totalmente agradecido, tenía consigo a una niña dulce, tierna, encantadora e inteligente, igual a su madre, como él lo definía, pero a la vez era un tanto malhumorada, renegona, bromista y calculadora, para Sasuke era algo duro aceptarlo pero eso, sin duda alguna lo había heredado de él.

Esa pequeña niña era la que mantenía el cuerpo y mente de su padre activo, la mujer por la que él daría la vida sin siquiera pensarlo dos veces.

Con pesadez y una terrible flojera el azabache se levantó de su cómoda cama, se puso sus pantuflas de color azul oscuro y comenzó a dar pasos cortos rumbo al primer piso de la casa, específicamente a la sala, donde yacía su mejor amigo, Naruto Uzumaki.

-¡Buen día Sasuke! -exclamó el rubio desde uno de los sofás con mucha energía.

Al ver a su amigo de tan buen ánimo y una energía envidiable se preguntaba como una persona normal podía siquiera levantarse tan temprano y con un humor increíble. La respuesta era simple.

Su mejor amigo no era una persona normal.

-Buen día. -respondió soñoliento.

-¿Tu papá siempre se levanta de ese humor? -preguntó el ojiazul a la pequeña que jugaba con sus muñecas a un lado, ignorando el saludo del azabache, ella rió divertida y negó con la cabeza ante la pregunta.

-¿Qué haces en mi casa tan temprano, en especial un Domingo? -preguntó el azabache sentándose en el sofá individual.

-¿Por qué más va ser?, vine a visitar a mi bella y adorada sobrina, y a su amargado padre. -bromeó.

Sasuke no era tonto, sabía perfectamente que la visita de su rubio amigo tenía un propósito oculto, lo conocía tan bien que dió por sentado su suposición.

-Ajá. -rodó los ojos- Ya la visitaste, así que si no te importa preferiría que nos dejaras solos, Sarada y yo tenemos muchas cosas que hacer.

-¿Muchas cosas?

-¡Sí, tío Naruto!, hoy debemos ordenar la casa de pies a cabeza, luego saldremos.

-Vaya, sí que son muchas cosas. ¿Y a dónde irán? -preguntó.

-¡A visitar a mamá! -exclamó Sarada antes de que su padre pudiese contestar.

Sakura Haruno, quien luego de contraer matrimonio tomó el apellido de su esposo, Uchiha, era una mujer fenomenal. Cabellos rosados, ojos verdes esmeraldas, tez blanquecina, estatura promedio y un carácter de un ángel, aunque en ocasiones parecía que el mismo demonio la poseía.

Hoy se cumplían dos años desde su sensible y trágico fallecimiento, un accidente automovilístico fue el que acabó con su preciada vida.

-¡Qué maravilla! -exclamó él - Sasuke...

-No Naruto, ni lo pienses.

-¡Aún no te he dicho nada!

-Vas a proponer algo absurdo y obviamente diré que no, solo me anticipé a lo que dirías.

 Un futuro ¿sin ti? (CORRECCIÓN) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora