Un escenario de tonos tierra. Una biblioteca atiborrada de libros que acomodados con cariño, marcan un puente ente dos siglos, silenciosos centinelas delo que ocurre a poca distancia de ellos.
Bajo la luz incandescente de un foco que intenta imitar al sol en noches oscuras, sucede el encuentro entre dos opuestos. Un libro y una computadora que, sostenidos por una mesa cubierta por una tenue capa de polvo, parecen compartir una charla de café. Triste, que tal diálogo se pierda en el silencio de viejos tomos y en la soledad de una silla añora, en romántica melancolía, el calor de su dueña.
Dueña que deja aquel paisaje de tonos tierra para abrirse paso por un oscuro pasillo. Dicho pasillo o pasaje que se convertía en un punto común de todos los cuartos de la casa, estaba custodiado por el arte de grandes maestros de distintas épocas de la pintura. Desde el impresionismo francés hasta el dadaísmo español, todo estaba perfectamente ubicado para que todos los cuadros, en conjunción contaran una historia única y particular. No era raro encontrar a la dueña, mirando aquellos cuadros cada vez que necesitaba un golpecito de inspiración.
Inspiración. Eso era algo que a la dueña le estaba faltando desde hacía ya días. Sus amigos decían que estaba en una " meseta " creativa. Ella creía que estaba al borde de un colapso, o que no tenía talento para la escritura.
Pero eso no importaba ahora, puesto que la dueña de la casa debìa concentrarse en el agua que había puesto a hervir para preparse el cuarto café de la noche. Tanta cafeína iba a hacerle mal, pero la necesitaba. Tenía un documental que terminar.
Luego de pasados unos minutos, la dueña deja la cocina y camina entre prenumbras de regreso a su estudio. Toma asiento y se pone las gafas antes de poner "play" a aquel video de unas tres horas y media de duración.
Ahora es más que entendible el por qué del café.
Son las 3 am y la dueña de la casa se ha quedado dormida sobre el escritorio. Hace rato que la computadora se apagó, presa de la falta de energía. Afuera llueve a mares. Adentro está frío. De seguro se quedò una ventana abierta.
Una suave brisa acaricia el descubierto cuello de la dueña y la despierta. Ella se levanta a duras penas y la cierra.
Se frota los ojos.
Bosteza.
Su mente se despierta poco a poco.
Ella se da cuenta donde está y decide irse al cuarto.
Da un paso al frente.
Se tropieza con el escritorio.
Suelta un quejido.
Insulta y alza la mirada.
El pasillo está oscuro. Está silencioso.
La dueña puede reconocer la ubicación de unos muebles, las puertas y cuadros del pasillo. Más lo que no puede reconocer es aquella figura que está al otro lado de la puerta.
Una figura oscura y robusta , mucho más alta que la dueña, que la observa desde las sombras.
La dueña lo mira.
La sombra mira a la dueña.
La sombra sostiene algo en la mano.
¿Qué es?
La dueña no se anima a ir hacia la sombra, por miedo a que la lastime.
La sombra deja caer de forma estrepitosa lo que estaba cargando, al tiempo que un fuerte trueno retumbó por toda la casa, ensordeciendo a la dueña y distrayéndola por unos instantes.
Una vez pasado el ruido y el susto, la dueña volvió su mirada hacia donde estaba la sombra, pero no había nada.
Nada excepto un sobre en el suelo.
La dueña, en un rapto de locura , corrió hasta el sobre y lo tomó.
Dicho sobre, era de papel color marrón, en su cara posterior estaba sellado con una especie de..lacra antigua y en su cara superior había una pequeña nota.
La dueña tomó la nota y se sentó en su escritorio de nuevo...
La nota decía lo siguiente.
"Aureum.
Es hora de que sepas la verdad.
Es hora de que todos sepan la verdad. "
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El Ángel y la Prisionera ( XIX )
Short StoryEl capítulo faltante de esta historia sale a la luz.