Capítulo 1: Cambiando el destino

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Nombre del canal: Dante's Stories

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"Personaje hablando" — Sólo al inicio de un párrafo.

(Personaje pensando) — Sólo al inicio de un párrafo.

[Personaje comunicándose vía comunicador o enlace mental.]

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Hiruzen Sarutobi, Sandaime Hokage, despertó a causa de la inquietud que lo venía atormentando desde ayer. Miró hacia el reloj despertador, que tenía sobre su mesa de noche.

"5:30." Masculló Hiruzen, sus ojos reflejaban cansancio.

Su trabajo empezaba a las 9:00, pero lo que lo aquejaba no le permitiría volver a dormir por más que lo intentara. Se resignó; lo mejor que podía hacer era salir de la cama y reanudar el papeleo que había quedado pendiente el día de ayer. No obstante, en esta ocasión, el papeleo, su mortal enemigo desde hace décadas, estaba en un lejano segundo plano en las cosas que lo molestaban.

Se sentó en el borde de la cama, y sus viejos huesos crujieron sonoramente; definitivamente, la juventud lo había abandonado hace mucho tiempo. Se puso la túnica blanca y roja que siempre usaba y aseguró el sombrero que lo identificaba como Hokage en su cabeza, el cual se había amoldado a la forma de su cráneo con el pasar del tiempo. Tomó un desayuno ligero, que consistía en algo de té y un poco de pan integral, antes de dirigirse a su oficina.

Al entrar, fue recibido con una mirada desafiante del papeleo, sin embargo, a Hiruzen no le importó en lo más mínimo. Se sentó en su silla, que al igual que su sombrero se había amoldado a lo largo de años de uso para ajustarse perfectamente a su cuerpo. La silla crujió un poco bajo su peso, al igual que sus huesos al levantarse por la mañana.

En silencio, comenzó a leer con detenimiento las solicitudes hechas por los civiles, las cuales, en su mayoría, rayaban en lo ridículo, por lo que se limitó a ponerlas en la bandeja de rechazadas para que más tarde su secretaria se encargara de colocarles el sello correspondiente. Después comenzó a leer los reportes de misiones de rango B hacia abajo. Por fortuna para él, los ninjas debían resaltar con, valga la redundancia, resaltador amarillo los eventos que se hallaban fuera de los parámetros establecidos de la misión o algo que hubiera llamado la atención de quien escribía el reporte. La ausencia de texto resaltado daba a entender que todo marchó sobre ruedas, por lo que no tenía que prestarle especial atención.

Las 9:00 llegaron rápidamente. La pila de papeles estaba acabada por fin, sin embargo, la victoria del Hokage fue efímera.

La puerta de la oficina se abrió y su secretaria entró, poco después de que Hiruzen firmara el último documento de la pila. Se trataba de una mujer de unos 30 años. Su pelo era de color castaño, atado en una cola de caballo. Sus ojos eran marrones y usaba lentes de pasta de color negro. Vestía un kimono verde oscuro, sin ningún estampado. Su complexión era delgada, pero eso no le impedía cargar con una pila de papeles de su misma altura, la cual era de un metro con sesenta centímetros.

"Oh, buenos días, Hokage-sama. No lo esperaba tan temprano". Dijo la mujer, inclinando su cabeza hacia la derecha para poder verlo.

"Buenos días. Me sentía con energías, así que decidí adelantar algo de trabajo." Dijo Hiruzen, sonriendo con la amabilidad que lo caracterizaba mientras reemplazaba el cartucho de su pluma fuente.

Reescribiendo la historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora