Capítulo único

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Amado Vladimir,

Las vacaciones con mis padres han sido fantásticas, pero hubiera deseado tanto que estuvieras conmigo... las próximas solo seremos tú y yo, lo prometo. Ahora mismo no he hecho más que pensar en ti, intento distraerme pero cada hermoso paisaje que mis ojos ven solo sirve para que te desee más aquí a mi lado.

Tuve un extraño pero hermoso sueño en donde estábamos juntos, no estoy seguro si era este universo pero no me importa, estaba a tu lado.

Es probable que, cuando recibas esta carta, yo ya esté a punto de volver, a pesar de que te escribo estas palabras en el segundo día. Preferí enviar una carta en vez de escribir un e-mail o un mensaje, creo que es una mejor forma de conectarme contigo.

No olvides lo mucho que te extraño y que estaré pensando en ti, amor.

Vladimir terminó de leer la carta de su novio y sonrió. Había sido un mes que dejó de verlo y lo extrañaba demasiado, lo necesitaba a su lado y lo que más deseaba era correr a sus brazos apenas regresara. Apenas podía esperar, estaba demasiado impaciente, pero no podía traerlo de vuelta desde las Bahamas.

Tenía preparada una sorpresa especial para él. Llevaban tres años ya como pareja formal y se sentía tan enamorado como al principio, todavía se emocionaba al ver una llamada suya, se le aceleraba el corazón al besarlo y se encendía con facilidad cuando estaban a solas en momentos de completa intimidad.

Pensaba en eso cuando escuchó que llamaban a la puerta. Sus padres no estaban, habían salido a cenar para celebrar su aniversario y no esperaban visitas. Dudó en ir a abrir, estaba ocupado practicando una composición que le había escrito a Maxence pero supuso que quizás sus padres podían haber vuelto por alguna razón y quizás habían olvidado sus llaves, de modo que acercó a la puerta y decidió atender.

–Espero me hayas extrañado.

Maxence lo esperaba con una sonrisa en el rostro y un pequeño obsequio envuelto cuidadosamente.

–¡Maxence! –Vladimir se lanzó a sus brazos y lo besó desesperadamente, como si no lo hubiera visto en años–. Dios te extrañé tanto...

El chico sonrió y correspondió a los besos y caricias ansiosas. Unos minutos más tarde ya estaban en la habitación de Vladimir a medio vestir.

–Espera... –Maxence se detuvo– ¿Tus padres no volverán pronto?

–Fueron a cenar, cuando lo hacen vuelven de madrugada

–¿Y si...?

–Shh... no sabes cómo te he extrañado.

Ambos sabían a dónde los llevaría aquello así que se dejaron llevar. Retozaban en la cama de Vladimir sin pudor alguno, durante los últimos meses sus encuentros sexuales habían sido mucho más frecuentes y ahora que habían estado distanciados por casi cinco semanas, la necesidad era más que evidente.

Maxence terminó de desvestir a su novio, quien había cerrado la puerta con seguro después de habérselo pedido repetidas veces. Le había costado mucho trabajo conseguir que Yuri Plisetsky lo aceptara como pareja de su hijo y ahora no quería que las cosas se echaran a perder.

–Me hiciste falta –confesó Vladimir– tenía que tocarme en repetidas ocasiones para contenerme, amor. No dejé de extrañarte.

El chico se sonrojó y lo besó en los labios, mientras sonreía

–También lo hice... pero tuve que ser cuidadoso, mis padres estaban todo el tiempo conmigo. Dios, amor, me hiciste falta en serio.

–Hazme el amor –pidió el chico una vez que estuvieron desnudos– hazlo, Max, te necesito.

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