Capítulo uno; The Circus.

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Octubre 1 ; 1954.

—¡Hey!

Ese chico de cabellos grises exclamó enojado, unos chicos que especialmente lo agredían a él se habían llevado sus carteles; carteles que hacían propaganda al circo familiar que se encontraba en ese pueblo. Se los habían llevado todos, aprovecharon el momento en el que Ennard se encontraba con un niño, dándole un folleto con la propaganda de su show.

—¡No dejen que los atrape el maricón del pueblo! —Uno de esos cinco chicos, cabellos negros, piel un tanto morena, típicas prendas de los años 50's, tenía los carteles en su mano derecha, cruzando callejones del pueblo, pero Ennard no se encontraba lejos.

Llegaron a una tienda de dulces de niños, era colorida, y habían unos cuantos niños sentados en esas mesas comiendo dulces y postres, la llegada de esos cinco chicos más un Ennard todo cansado con su maquillaje de payaso.

Pero, el mundo es muy injusto. Es cruel y crudo, absurdo.

—¡Qué hacen aquí todos ustedes, es un local para niños! —El mayor de edad, que era dueño del lugar, se levantó de la mesa donde calculaba las cosas que sus clientes que eran infantes.

—¡Señor, este payaso nos ha estado jodiendo toda la maldita mañana! ¡Es un maricón, nos ha estado acosando! —El mismo chico que tenía los carteles, apuntó al payaso, quien exclamó indignadamente.

—¿¡Q-Qué!? ¡Claro que no! ¡Ellos me robaron mis carteles, estaba y estoy trabajando!

—¿Qué le hiciste a estos pobres chicos, payaso? ¿No le avergüenza ser así? —Ese señor se acercó a donde Ennard, y le dio un empujón violento, el peligrís casi cae al suelo. Estaban formando todo un espectáculo injusto.

—¡Ya le dije que no los he agredido! ¡Yo trabajo para los niños, son todo para mí!

—Siendo homosexual... lo dudo mucho. Vas a contagiarles esa enfermedad de la cabeza que tienes, ¡dios todo poderoso no te aceptará en el cielo por ser un completo maricón y agresor de inocentes!

Ennard quería llorar.

El señor le quitó los carteles al chico y se los tiró en el rostro a Ennard, además, de haberlo agarrado por la parte de atrás de su traje de payaso que era de color gris, tirándolo fuera de la tienda.

Y lo peor de todo, le tiró desperdicios de dulces al Circus, manchando su traje, y rostro. Ennard pudo ver las risas aguantadas de esos cinco chicos, que en ese momento actuaban como completos inocentes.

—¡Sus padres deben de asesinarlo, estás enfermo! —Y el mismo hombre, cerró la puerta de su tienda, ahora yendo a "calmar" a las "víctimas".

Todos los clientes que estaban dentro de la dulcería, miraban asqueados a Ennard, antes lo miraban con preocupación, y al enterarse que era gay, desprecio le dieron.

Sin darse cuenta, Ennard sentía sus mejillas húmedas, su maquillaje estaba hecho un caos total. Pero debía de seguir trabajando.

[ • • • ]

Esa típica música de vinilo de los años cincuenta, era relajante pero animada, tantos instrumentos dándote una armonía sonorosa para tus oídos, un placer auditivo. Ese señor de cabellos grises y blancos, ya terminaba de fumar su tercer cigarro, a su lado tenía un vaso con Whiskey, como todo millonario dueño de cosas famosas.

—Podríamos conseguir de esos... osos humanos, ¿no crees? —Un colega del dueño del circo, él no era mayor de edad, era jóven, pelinegro, moreno, sumamente alto, ojos color azul, y mirada un tanto retorcida.

𝐓𝐇𝐄𝐘 𝐃𝐎𝐍'𝐓 𝐁𝐈𝐓𝐄 | FnafDonde viven las historias. Descúbrelo ahora