Capítulo 2. Los destellos.

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El edificio de la facultad era el único que se había derrumbado a cuatro kilómetros a la redonda, muchos habían tenido razón en dudar de su apresurada construcción para expandir la universidad y, desgraciadamente, ocurrió lo peor. El terremoto se detuvo seis minutos después y había sido de 8.0 a escala Richter, las cámaras de los periodistas estaban justo abajo y habían captado imágenes que le dieron la vuelta al mundo.

     La buena noticia fue que al ser tan pocos los edificios caídos, las fuerzas de rescate y varios civiles se organizaron rápido para quitar los escombros y el edificio donde estaba Petra fue uno de los primeros.

     El mareo, los golpes y la oscuridad mantuvieron a la chica inconsciente un rato, pero más tarde el entumecimiento, la falta de aire y el dolor intenso le quitaron la sensación de que aún no estaba muerta, y así el terror se apoderó de ella, lo único que podía ver era una luz a lo lejos que entraba por una grieta y lo único que podía mover eran sus brazos. Le era sumamente complicado saber cómo había quedado atrapada, pero tenía que intentar usar su sentido del tacto, por lo tanto, metió al gatito en su sudadera y comenzó a tocar tanto a su alrededor como su cuerpo, estaba completamente rodeada, la mesa sí la había salvado pero se dobló de las cuatro esquinas dejándola en un espacio muy pequeño, lo único que la consoló fue que no tenía nada roto y los dolores que sentía solo eran moretones. Únicamente tenía que relajarse para no respirar rápido y, dado a la incomodidad, se hizo en forma de feto abrazando al gato hasta que, sin querer, se quedó dormida.

     Pasaron más o menos dos horas hasta que voces de gente, palas y picos la despertaron. Estaban arriba de ella, en los escombros, tratando de sacarla, sin embargo, sabía que aún faltaba mucho tiempo para que se acercaran a ella y no quiso gastar su voz si no la iban a escuchar. A diferencia de lo que Petra pensó, las horas no se le hicieron largas, le dio mucho tiempo para pensar mientras escuchaba a los rescatistas más cerca, pensaba dónde estaría ahora si no hubiera ido a la excursión, o si Nicolás no hubiera traído a ese gato. Podría haber guardado rencor todo ese tiempo, pero no lo hizo, estaba más preocupada por lo que pasaría con ella cuando saliera. Quería que valiera la pena el haber salido con vida y estaba dispuesta a pelear por algo mayor a su primeriza intención superficial de vivir sola con resentimientos.

     Fue entonces que oyó cada vez más cerca cómo rompían las losetas enormes por encima de ella; el escuchar cómo trabajaban para sacarla, la llenó de agradecimiento y admiración.

     —¡Aquí! ¡Aquí estoy! ¡Por favor!

     De inmediato se escuchó el alboroto que hicieron afuera al oír a la chica y, afortunadamente, concentraron a muchas más personas en el punto donde ella estaba para sacarla más rápido; lo que se hubieran tardado toda la noche, lo hicieron en apenas media hora debido a la organización al saber dónde estaba Petra y, aunque la chica lo creyó casi imposible, los cinco hombres encima de ella lograron picar todo el concreto que estaba tapando la mesa de acero. Al terminar, la sacaron bañada en lágrimas pues ver a sus rescatistas polvosos y con sudor en la frente, la fortaleció de gratitud. Tan solo ver a toda la fila de personas que acarreaban la grava parados en los escombros del edificio en una noche fría apenas alumbrada por los postes de luz de la universidad le hicieron ver de otra forma a la sociedad, le hicieron notar la esperanza que a menudo perdía, y justo cuando la atendían y le limpiaban la tierra de la ropa comenzó a notar en el ambiente unas destellos de colores, pensó que era parte de salir de nuevo a la superficie pero no, al poco tiempo eso le fue extraño a su vista; mientras los paramédicos llegaban con la camilla, los rescatistas se sorprendieron al ver al gatito en su sudadera.

     —El gato es de mi amigo Nicolás —susurraba débil—, llévenselo a él.

     —No te preocupes —le dijo un rescatista—, lo conocemos, él nos dijo de ti.

AriderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora