Choque y Fusión

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Abrió la puerta lentamente y salió. Su dulce entrenador parecía estar durmiendo, completamente agotado. Mordió su labio inferior al ver la musculosa espalda de su esposo. Le encantaba aferrarse a ella cuando...

Debía seguir el plan.

- Cariño, sé que estas muy cansado. Voy a darte unos masajes.

- Mmmg.

- Voy a tomar eso como un sí.

Se subió a la cama y, evitando dejar en evidencia su desnudez, deslizó sus manos sobre los músculo.

La presión que ejercían los dedos de Sehun contra su espalda le gustaba demasiado. Extendió una de sus manos hacia él para atraerlo más cerca, pero se sorprendió al escuchar un gemido. Se levantó de un salto y acorraló a su esposo contra la cama. La belleza que tenía entre sus brazos era algo difícil de creer, Hunie se veía adorablemente aturdido por el cambio repentino.

Pero lo que más llamó su atención fueron unas largas, blancas y desnudas piernas que se juntaron bruscamente al sentirse observadas. Su vista subió un poco más y le gustó lo que vio. No se cansaba de reconocer que su esposo era una maravilla.

- Dios... Sehun. - sus manos recorrieron las piernas y sonrió ante las reacciones de su esposo.

- Chan... yeol ...

- ¿Esto es una especie de regalo, cariño? - se inclinó sobre él.

- Algo así ... - gimió.

- Entonces, ¿tenías algo planeado para mí?

- Sí...

- Bien - lo liberó- muestrame.

Sehun levantó ambas piernas hacia el techo, dejándole ver a su esposo lo que había debajo del envase, luego, las abrió rápidamente y llevó una de sus manos allí. Las imágenes del joven preparándose podían verse reflejadas en los ojos del entrenador que, al mismo tiempo, se masturbaba.

El cuerpo de su esposo era una laguna de lujuria en la que se quería sumergir, se había rendido a eso al poco tiempo de conocerlo.

La convivencia era buena, con sus altos y bajos pero habían encontrado la forma de arreglarlo.

Aunque algo casi amenazó con separarlos...

- ¿Por qué no me hablas? - Sehun estaba en sus límites - ¿Estás enojado?

- Como no quieres que esté enojado cuando un ejército de imbéciles te estaba rodeando hace unas horas. - dijo Chanyeol.

- Tu me pediste que fuera para verte jugar.

- Sí, pero no sabía que serías rodeado por idiotas.

- Te dije que ninguno de ellos me interesa.

- Claro... eso es lo que siempre dicen los que son como tú. - y en ese mismo instante se arrepintió de lo que dijo cuando vio los ojos de su, en ese entonces, novio. - Sehun... yo

- Lo sabía... - dijo en voz baja - piensas igual que ellos. - el joven escapó del departamento antes de que las lágrimas cayeran. Chanyeol no lo siguió, estaba bloqueado, no era la reacción que esperaba, hubiera deseado que lo golpeara o que le gritara pero no eso. Los celos le habían hecho cometer un grave error.

Esas eran las cosas que odiaba del modelaje... era feliz desfilando pero el precio era ser muy caro. Los que son como tú... era la frase que siempre repetían. Nunca pudo confiar en ninguna de las personas que estaban a su alrededor, para ellos el no tenía rostro ni nombre, solo era alguien que tuvo la suerte de nacer con algo considerado, por muchos, belleza. Pero no sería bueno en nada más, por eso se alejó de las cámaras. Estaba cansado de los acosos, los supuestos "amigos" que solo buscaban algo más y las palabras venenosas de sus pares. El choque constante, su mal manejo de las situaciones y el no tener en quien confiar lo habían arrastrado muchas veces al estrés.

El retiro significó la gloria para él, la paz que sintió fue única. Nadie lo perseguía; nadie le hablaba dulce con una doble intención detrás, todo era simple. Un año completo permaneció inactivo y viviendo de sus ahorros, hasta que una nota de su único amigo, Taemin, llegó hasta sus manos. La carta de admisión a una de las mejores escuelas de modelaje de Seúl flotaba en la mesa de la sala. Le ofrecían el trabajo de profesor y asesor de moda. Se sentía como volver a sus primeros años... Sin embargo, los malos recuerdos seguían ahí. Decidirse le llevó un tiempo, pero, finalmente aceptó.

Doce meses después, estaba dando clases y ayudando a los nuevos modelos. Estaba más que feliz. Podía pasear por el parque, ir de compras y comer en lugares abiertos sin problemas gracias a que la gente de la zona no era muy aficionada a las pasarelas.

Cuando conoció al hombre atractivo, como le gustaba llamarlo, pensó en que tal vez era un buen momento para intentar algo. No es que deseara que fuera ese hombre en especial, pero... se vale soñar.

EXPLOTANDO EL CUERPO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora