—¿Hola?.
—Hija soy yo.
—¿Papá?. —miro el celu viendo que es un número que no conozco y por ende no tiene identificación—. ¿Cambiaste el número?. —miro hacia la tienda viendo que no entre nadie.
—¿Mañana a la mañana vamos a desayunar?.
—Trabajo todo el día papá.
—Pide el día entonces. —me siento más derecha porque no es de invitarme a nada, es más, ni siquiera me llama.
—¿Dime qué pasa? Jamás me insistes nada, ¿Necesitas alguna cosa? Plata no tengo, desde ya te voy avisando, y de tus deudas no voy a hacerme responsable.
—¿Puedes hacer lo que pido Inara?.
—Esta bien. —me friego la frente suspirando—. Pido la mañana no el día, tengo que trabajar no puedo tomarte tantas horas.
—Bien... Nos vemos mañana.
—Chao.
Sigo atendiendo a la gente que entra que por suerte es bastante el trabajo que tengo, trabajo en una librería a tiempo completo, me encantan los libros y cuando me llamaron fue como una bendición de Dios, es el trabajo soñado, soy de las que creen que cada persona en alguna parte del mundo tiene o sueña con su trabajo soñado, el mío es este, muchos me minimizan, pero yo estoy feliz, peor es no trabajar, y una de las cosas que más me encanta es cuando llegan libros nuevos y tengo que leerlos para poder describírselos a los clientes, bueno, no es necesario del todo que los lea pero lo hago de igual manera, cuando vienen y consultan puedo entablar una charla y darles datos de lo que esperan sin aportan nada que no quieran leerlos.
Cuando cierro el local me voy a mi casa, vivo con mi mamá y mi hermano más joven, solo somos los tres, mis papás se divorciaron hace mas de diez años y todo se quebró, porque ahí realmente conocimos la verdadera cara de mis progenitores, mis hermanas mayores se fueron de la casa con el bombo lleno, mi otro hermano esta metido mal en las drogas y ya no sabemos qué hacer, pero tampoco se deja ayudar, no tengo la más remota idea de donde está y qué hace, hasta no tengo idea si sigue con vida.—¡Mamá, ya llegué!.
—No está, todavía no vuelve. —lo miro que está en el sillón mirando tele y la casa es un desastre—. Cocina que tengo hambre.
—Limpia la mesa o no hago nada. —agarro unas prendas que hay en un silla dándole un golpazo en toda la cara—. Levanta el culo de ahí y ponte a hacer algo.
—Esta bien, no me pegues.
—Lava los platos no los dejes ahí, cansada estoy de decirlo, cuando uses algo lávalo de inmediato así no se junta. —bufando se para y yo me pongo a cocinar.
—Hoy llamó papá pidiendo tu número.
—¿Eh?. —me giro viendo venir con un montón de platos y vasos—. Si ya lo tiene.
—Me llamó con un número que ni idea... Me sorprendió que llame y mas que pida tu número.
—Bueno ya fue. —sonrío al verlo lavar la loza—. ¿Cómo fue la escuela?.
—Bien, lo de siempre.
Mi mamá nunca llega, ya perdí la cuenta de hace cuantos días que no la veo, pero con tenerlo a Samu ya el enojo se va, debo disfrazarlo para no llenarlo de mierda al pobre. Cuando terminamos de comer mando a Samuel a dormir y dejo un poco limpio, en la mañana me tengo que levantar mas temprano para llevarlo al colegio y de ahí volver ya que pedí la mañana para saber que es lo que quiere mi papá, espero hacer algo en ese lapso, hay toneladas de ropa para lavar, mucho que fregar y aun mas por ordenar, me tengo que poner al día o esto se va a salir de control.