Y ahí me encontraba, sola, desdichada, llorando en mi cuarto después de que mi madre muriera atropellada, mi padre estaba a mi lado llorando, él intentaba tranquilizarme pero simplemente las palabras no salían, mi madre se fue con la peor imagen de mi, de hecho fue mi culpa que falleciera, solo recuerdo que en ese entonces yo tenía 17 años, mis vagos recuerdos solo guardan el cómo nos estábamos peleando porque ella no quería dejarme salir con mi novio:
- ¡Solo dime porque no! - le contesté gritando, toda la gente nos miraba.
- Ya te dije que no, no puedes salir con una basura como él. - me contestó bastante enojada.
- Tú no sabes nada del amor, ¡Eres una amargada, nunca has aprendido a amar!
- ¡CHARLOTTE! no puedes ir por la vida desobede...
Y ahí fue cuando me enojé tanto que decidí pasar a su lado y empujarla con mi hombro, seguí caminando hasta que escuché a mucha gente gritar, me di la vuelta para ver lo que sucedía y ahí estaba, mi madre se tropezó y se cayó de la banqueta, un hombre intento ayudarla a no caer pero la empujó más y un carro le pasó por encima, corrí hacia ella, todo el mundo me miraba horrible, yo tenía las lágrimas corriendo por las mejillas y mi corazón latía cada vez más fuerte, llegó una ambulancia y la llevaron al hospital, todo su cuerpo estaba cubierto de sangre, yo lloraba mientras sostenía su mano pero de un momento a otro esa calida mano que me apretaba con fuerza me soltó con un movimiento lento, así es mi madre había fallecido, le llamaron a mi padre, pobre, había quedado devastado.Llegué a casa, mi padre estaba triste, yo estaba peor, subí a mi cuarto y me acosté en mi cama, las lágrimas salieron solas, miraba el techo y recordaba la última vez que le di un abrazo a mi madre, recordaba cuando me despertaba con un beso en la frente para decirme que tenía que ir a la primaria, cuando me despedía de ella con un gran abrazo, cuando ella me abrazaba cuando tenía algún problema, simplemente recordaba todo lo bueno que ella había hecho por mi y lo mal que yo lo había pagado, mi mente me decía no puedes simplemente llorar por recuerdos, tú lloras por remordimiento, y era cierto, lloraba del remordimiento, lloraba por la tristeza y la nostalgia, la vergüenza y se apoderaba de mi, simplemente miraba todo a mi alrededor, pero mis ojos enfocaron algo que desató en mi la depresión, vi mis guantes y mi bufanda, te preguntarás qué eso que tiene que ver, bueno, mi madre los compró para esa navidad, lo compro para ocuparlos juntas ya que ella compro otro par exactamente igual, recordé los boletos que compró para un festival de invierno al que íbamos a ir juntas, pero también recordé que ya no tenía un hombro para llorar, recordé que ya no tenía a quien contarle mis penas ni a quien pedirle un consejo, ya no tenía a quien abrazar, simplemente ya no tenía una madre.
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Madrugadas de dolor
RandomUna chica desamparada cuenta como es su tristeza y su depresión durante la madrugada cuando nadie puede escucharla llorar...