Lo que das de todas maneras regresará. (Tododeku/fem)

Parte única

Ella podía jurar que siempre que estaba entre sus fuertes brazos que demandaban el rose de sus cuerpos podía entender que era el paraíso. Sus encuentros indebidos solían ser mas emocionantes y excitantes que siempre terminaba regresando a los brazos del bicolor.

Shoto Todoroki siempre que la buscaba lo hacía solo por una razón y era para saciar ese deseo de poseerla. Mordisqueo su cuello al momento en que la desnuda peliverde reposaba encima suyo riendo por las cosquillas que le proporcionaba su juguetón cabello mitad rojo mitad blanco.

-Ni se te ocurra dejar marcas Shouchan- soltó divertida mientras se separaba del chico. -Ya sabes no quiero Hitoshi las vea y se de cuenta de esto.

El mencionado desvaneció la pequeña sonrisa que se formo en sus labios al escuchar aquel nombre. La pecosa tomo su ropa que estaba esparcida en aquella habitación de hotel y procedió a ponérsela.

-Izuku, no hemos terminado aún- hablo el contrario al momento en que la tomaba de la cintura y la tumbaba debajo de él.

-¡Espera, tengo que llegar a casa antes de las ocho!- le beso gustosa y acuno su estoico rostro entre sus manos. -Dejémoslo para la próxima ¿sí? ¿Shouchan?

Todo estaba perdido para Todoroki, siempre que ella le llamaba por ese tierno apodo que lo atontaba terminaba aceptando. Izuku se metió a bañar rápidamente para salir presentable de aquella habitación, sentía que no tenía que dejar ninguna prueba de que se acostaba con su jefe. Se acomodo la ropa apropiadamente y reviso su teléfono.

Oh no, tenía mas de una llamada perdida de su esposo. Salió del baño y miro al bicolor que se encontraba pacíficamente fumando un puro -Me tengo que ir- soltó apurada intentando dispersar el humo con la mano.

-Esta bien, ¿no quieres que te llevé?- ofreció su jefe antes de que la chica llegara a la puerta.

-¡No!- salió precavida mirando a ambos lados para evitar ser vista antes de salir de aquella habitación de hotel donde engañó a su esposo varias veces -tomaré mi carro, no es necesario- cerro la puerta sin dejar responder al contrario y camino rápidamente al ascensor.

Una vez fuera del hotel se sintió con la conciencia pesada pues el único que le hacía olvidar todos sus problemas era su amante, Shoto. Tomo su carro rápidamente pues ya era tarde, como siempre que pasaba el tiempo con el bicolor el tiempo pasaba volando.

Tomo su celular y lo apago, se pregunto para que la habrá llamado Hitoshi y las ansias como siempre comenzaron a comirla por dentro, ¿Y si descubrió la aventura que tenía con su jefe? No podía seguir mortificandose por eso así que de ahora en adelante jamás volverá a pasar, ya no volverá a caer ante las insitaciones de Todoroki.

Miro por la ventana y se mordió el labio al ver los edificios pasar, se debatió si se lo debería confesar a su esposo o no pues tenía que ser honesta con él como se lo prometió en el altar años atrás y sobre todo dejar de engañarlo porque ya ni a sus hermosos ojos violeta lo podía ver sin sentirse culpable.

Estaciono el auto en la acera y camino lentamente hasta la puerta de su casa, intentaba calmarse y fingir que todo estaba bien como si todo quedara olvidado en el pasado.

Abrió la puerta y sonrió como siempre al ver a sus dos hijos correr hacía ella para recibirla con abrazos y besos -¡Mami, Mami llego!- soltó con la carita llena de alegría y emoción el menor. La peliverde dejo sus llaves y bolsa en el perchero para incarse y abrazar a sus adorables hijos.

El menor se llamaba Haru, ojos color esmeralda, cabello violeta y pecas por doquier, tenía tres años y ya sabía caminar sin andadera.

La mayor era una niña llamada Kanae de cinco años con ojos y cabello violeta como los de su padre, pecas en las mejillas igual que Izuku, sin duda alguna los niños mas hermosos en el mundo para la chica peliverde.