El enorme reloj en la pared marcaba las 2 am.
El café ya estaba frio.
Ryeowook abrazaba sus piernas bajo una cálida manta mientras observaba las luces de la ciudad desde el sofá junto a la ventana. Jamás le habían parecido tan lejanas como esa noche.
Se preguntaba en cual de todos esos lugares estaría él, con ella...
Se repetía una y otra vez que no debía sentirse herido, no tenía derecho. Sin embargo, así se sentía. Pensar en que quizás ellos podrían estar cómodamente abrigándose el uno al otro, en una cama cualquiera, le producía dolor, rabia, celos.
Pero.. ¿Qué podía hacer? JongWoon ni siquiera tenía la más remota idea de cuales eran sus verdaderos sentimientos. ¿Cómo podía recriminarle algo así? Solo podía sentirse miserable sin culpar a alguien por eso.
Nunca sintió la necesidad de dejar aquel lugar hasta ahora. No podría seguir mirando a la cara a JongWoon todos los días después de aquella noche. Antes, lo soportaba, pero si traía a aquella mujer a casa, como era de esperarse, no podría soportarlo mas. Tampoco quería herir los sentimientos de su compañero, pero es que ¿Cómo podría seguir en ese lugar sin decir nada? Bastante era ya tener que sentir que el alma se le escapaba cada vez que veía a JongWoon durmiendo plácidamente y no poder tocar su dulce rostro. Bastante era sentir como su idiota corazón quería escaparle del pecho cada vez que sonaba la puerta al abrirse anunciando que èl estaba de vuelta en casa.
JongWoon no podía enterarse. Decidió, dejar las cosas tal y como estaban, no decir nada y salir de ahí antes de que su compañero volviera.
Recorriendo el lugar en busca de algunas cosas para empacar no dejaba de pararse a contemplar las muchas fotografías que JongWoon les había tomado a lo largo de los 3 años que compartieron el departamento . Aun recordaba el primer día que llegó, su compañero había sido amable con él desde el principio, atento, quizás por eso también desde el principio había entrado a su corazón. Alguien así no merecía ser lastimado por sus tontos sentimientos.
Todo el mundo sabía que él era gay, pero su compañero no lo era, no podía ponerlo en una situación así de incómoda. Estaba seguro que lo echaría en el momento que se enterara de sus sentimientos, era su departamento , tenía todo el derecho.
Las fotografías mostraban a su compañero con una enorme sonrisa, la sonrisa que lo había enamorado desde el primer día. Recordó la primera vez que cocinó para él y como se sonrojó cuando este le tocó la cara sonriendo y mirándolo fijamente, soñó con ese momento por varias noches.
Por el pasillo se acercó a la recamara de su amigo, y miró con tristeza la cama vacía. Ahí las lágrimas comenzaron a brotar.. ¿Cuántas veces había venido a buscar a su compañero en las noches que no podía dormir? Solo para platicar y escuchar su voz mientras se quedaba dormido.
Dolía y mucho. No quería seguir recordando los buenos momentos en ese lugar, si no, no podría irse. Se dirigió a su recamara para terminar de empacar sus cosas.
Cuando estuvo listo no quiso mirar hacia atrás o podría arrepentirse, caminó hacia la puerta cuando de repente escuchó un chasquido, y este dio paso a unas pequeñas y delgadas manos que sujetaban el picaporte.
JongWoon estaba de vuelta, solo.
Entró, cerró la puerta y giró hasta quedar de frente a un petrificado RyeoWook.
- ¿Qué sucede? ¿A... a dónde vas?
RyeoWook quedó paralizado al ver el rostro de su amigo lleno de sorpresa, por el momento, su huida no podía ser silenciosa.